miércoles, noviembre 13, 2013

I just feel like writing

Navegando por internet encontré una excelente entrevista al escritor estadounidense S. Elliott en The Believer. Nada más alentador que escuchar estas palabras: "siempre que te sientas bien escribiendo no te preocupes qué tan importante son las palabras, si va a gustar o no, lo importante es que fluyas y que te dejes llevar, eso es escribir" (mi traducción). Y aquí algunos extractos interesantes de la entrevista (en inglés):

"You just gotta write what you feel like writing. When the words are really flowing, that's a gift. It doesn’t matter what the words are. Whatever your paint is, just use it and paint. Whatever you feel like writing, you don’t ever want to worry about whether or not it’s important, or whether or not people will like this kind of writing. The fact that the words are flowing, you just have to go with that. I don’t teach very often, but when I do, I always talk about the importance of easy writing. If it’s coming easily, that’s not a bad thing. Don’t let that inhibit you. Go there."
...

"And you know, whatever you feel about Bukowski, I don’t really care. At the time, it gave me permission to write a certain way. I said, ok, it is interesting to just write your experiences. And valid to write your experiences. As long as you don’t bore people, as long as you don’t make the mistake of thinking the reader actually gives a shit about you, then it’s ok. It changed my life. I read everything he wrote multiple times. I still read his novels. I read Women a few weeks ago. I’m actually talking to a class at Brooklyn College about it tomorrow".
...

"I worry about that. I’m always in a race against my own enthusiasm.It’s like I have to finish something before I lose my enthusiasm for it. Which is kind of the same thing as what you’re saying. As long as I’m enthusiastic I’ll have things to say. Twice I’ve worked on a novel for an entire year, where that was the main thing I did for that year. And twice, at one point I just looked at it and said, “Ah, fuck it.”

Stephen Elliott

La entrevista completa se puede descargar aquí : 
http://logger.believermag.com/post/66877506202/the-reader-does-not-give-a-shit-about-you#notes

domingo, noviembre 10, 2013

Maleantes o artistas, Limonov

Y así se pasa el tiempo y uno no publica nada en su página de blogger, pero aquí tengo algo para ustedes un día domingo como hoy que llueve a cántaros en mi ciudad y que me tiene enclaustrada bajo la luz de una lámpara leyendo un libro llamado Limonov. Mi anotación de la semana. 

"Maleantes o artistas, Eduard piensa que ninguno de los que han transformado al fundidor Savienko en el poeta Limónov tiene ya nada que enseñarle. Los considera a todos unos fracasados y no se priva de decírselo. En uno de los libros sobre su juventud que más tarde escribió en París, cuenta con su honestidad habitual una conversación con una amiga que, con delicadeza y un poco de tristeza, le dice que esta forma de dividir el mundo en fracasados y no fracasados es algo inmaduro y sobre todo un modo de ser siempre infeliz. '¿No eres capaz, Eddy, de concebir que una vida puede ser dichosa sin el éxito y la fama? ¿Que el criterio del éxito sea por ejemplo el amor, una vida familiar tranquila y armoniosa?'. No, Eddy no es capaz de concebirlo, y alardea de ello. La única vida digna de él es la de un héroe, quiere que el mundo entero le admire y piensa que cualquier otro criterio, ya sea la vida de familia tranquila y armoniosa, ya sean las alegrías sencillas, el jardín que cultivas al amparo de las miradas, son justificaciones de fracasados, la sopa que Lydia le sirve al pobre Kadik para tenerle sujeto. 'Pobre Eddy', suspira su amiga. Pobres vosotros, piensa él. Y sí, pobre de mí si llego a ser como vosotros."

Emmanuel Carrére, Limonov. Anagrama, 2013. 

jueves, octubre 17, 2013

Esta historia no se acaba nunca

Llevo varias semanas leyendo París no se acaba nunca de Enrique Vila-Matas. Me lo compré en París en una librería de libros en español de la Place Saint-Michel, en la que un señor entrado en años me pidió que lo ayudase a buscar a Pablo Neruda. Era un señor muy buena gente que me preguntó si hablaba español y en medio de esa labor detectivesca, nunca encontré a Neruda, pero sí al catalán.

El libro se titulaba París no se acaba nunca y minutos antes de encontrármelo en las estanterías, mientras paseaba por las calles de barrio latino pensando que sin duda París era una ciudad inacabable, encontré el título de un libro que alguna vez había pensado escribir (a mi estilo,claro).

Y claro, a pesar de no llevar mucho dinero en el bolsillo, me lo compré con todos mis centavos.

Y tardé cuatro semanas en leer el libro.

El lector seguro se preguntará ahora por qué habré tardado tanto en leerlo. Quizás porque es de esos libros que uno no quiere dejar nunca -y no se acaban nunca- y que contienen un delicioso sentido del humor y varias anécdotas de la vida de Hemingway, Marguerite Duras, entre otros autores, y además las experiencias del aspirante a escritor -Vila Matas- que cuenta cómo se fue a París a escribir su primera novela en los años setenta en una buhardilla de Marguerite Duras. Y fue pobre y no fue feliz, contrario a Hemingway.

¿Y por qué hablo ahora de ello? Porque nunca supe definir a ciencia cierta qué era la ironía, y sin saber aún cómo describirla, un día sentada en el andén de una estación de ferrocarriles holandesa, escribí este texto en la última página del libro. No me gusta que los textos se me escapen, por eso lo publico ahora, y por eso también lo escribí en la última página del libro. 

"La ironía nace sobre todo cuando uno está en un estado de hastío, en el que no le importa nada de nada, ni siquiera un helado o un paseo por el bosque o un viaje a París en tren, y la vida le parece tan gris como esta tarde de lluvia en Holanda, gris gris gris, como el cielo panza de burro de Lima. Y entonces uno se da cuenta de que necesita de una medicina que relativice las cosas, de aquello que le dé buena cara para enfrentar el resto de los días. A veces hay que llamar a la ironía, es la única manera de hacer sonreír a la tristeza. Caricaturizar las cosas, caricaturizar la vida, nada más delicioso que eso".

No es que ande triste, no señores. Sólo transcribo ese pensamiento que apunté en medio de una tormenta en la última página de un libro de Vila-Matas. 

Y no quiero que París se acabe nunca, porque para mí París no es sólo una ciudad, sino también un mito, y eso me mueve a seguir escribiendo página a página todos los días aunque me salga a medias y tarde más de cuatro semanas.

sábado, octubre 05, 2013

Mi buhardilla roermondina



A RAÍZ DE mi último post muchas personas me han preguntado qué es una buhardilla. Yo les respondo directo, les digo que es un ático en una casa antigua europea, traída a la fama por varios escritores franceses, norteamericanos y latinoamericanos del siglo XX. Claro, todo aspirante a escritor, incluido Vargas Llosa en sus tiempos juveniles, quería llegar a París a vivir en una buhardilla, en esos espacios pequeños con el techo inclinado en un último piso. Pero debo admitir que así como varios escritores soñaron con vivir en una buhardilla, entre ellos Vila Matas, el escritor catalán, como Hemingway en París, yo nunca imaginé 'tener' una buhardilla. Y sin embargo, la vida es así, te la da de pronto, y sin querer terminé 'escribiendo' aquí.  

Todo empezó cuando me mudé después de varios años a una ciudad al sur del país. Vivía en una habitación tamaño caja de zapatos de la ciudad de Leiden, al norte de Holanda, estudiando un curso de literatura, y una tarde de primavera decidí empacar mis cosas y cambiarme a otra ciudad más pequeña y a lo mejor menos enigmática. Llegué aquí con el propósito de ver cómo me iba. Sin querer aterricé en un pequeño departamento antiguo del centro de la ciudad, en un edificio, que de por sí, podría estar infestado de ratones, pero no es así. 

Cuando llegué aquí disfruté de la luz que tenía el apartamento y la persona con la que vine a compartir el piso me dijo que había una puerta secreta. ¿Una puerta secreta?, le pregunté. No lo podía creer.

La casa tenía una cocina, un pasadizo pequeño, dos dormitorios y una sala amplia que daba a la calle y que tenía algo que es muy valorado aquí, ventanas grandes. Y en medio de todo eso, esa puerta misteriosa por la que muchos de mis invitados se terminarían perdiendo en busca del baño, la puerta al ático de la casa. 

Debo decir que el ático de esta casa es tan grande como el departamento, pero es tan vieja que cruje por todos lados. Cada persona que me viene a visitar me pregunta ¿y los ratones? Otra amiga que se quedó a dormir una noche dijo ¡aquí hay fantasmas! Tiene tres ambientes, uno es nuestro taller de bicicletas (unas diez, incluida una tandem), otro es el tendedero y la despensa, y el tercero es mi buhardilla. Sí, así como le llamo, mi buhardilla / estudio / ático con una alfombra de paja, una cama y dos estantes pequeños de libros, míos claro, los otros están en la sala. 

La primera vez que la vi dije este es el lugar ideal para escribir, pero estaba tan, pero tan desordenado. Era un muladar de cosas, entre ellas objetos como raquetas de tenis, zapatillas, patines de hielo, ropa y muchas cajas con papeles y guías de bicicletas, y muebles viejos empolvados en una esquina. Así que me decidí a ordenarlo y darle mi propia tinta. 

Pero así como en la vida todo puede ser idealizado, la buhardilla tiene un problema, por lo menos la mía, no sé cómo habrían de ser las otras, las de Hemingway, Vila-Matas, Vargas Llosa. En la mía hace un frío polar en los inviernos, que te congela hasta la médula y la punta de los dedos. No tiene calefacción, así que el mejor momento para escribir es en primavera y en verano, cuando entra el sol por las mañanas por una pequeña ventana que me calienta delicioso. 

De día es un lugar ideal para escribir, y de noche el silencio es tan lapidario que uno puede terminar metido en sus ficciones fantasmales y alucinar personajes del ciberespacio. 

Esta es la misteriosa buhardilla, de la que hablé en mi último post. Espero que tengan ahora una mejor idea de ella, esa señorita mía en la que escribo cuando hace buen clima y que está un poco carcomida por el tiempo, mi buhardilla roermondina.


miércoles, octubre 02, 2013

Un día como algunos otros

Qué difícil es encontrar la inspiración.

Hoy es uno de esos días con nubes grises en la ciudad, poco fértiles, insanos y fríos. Pero uno tiene que trabajar, ser perseverante en lo que se ha propuesto, y esa constancia que intento meterle cada día a mis textos desde mi buhardilla roermondina, así se llama, se diluye con los cambios de clima.

Miro desde aquí la calle de afuera y no sé exactamente qué actividad hacer. ¿No les suele suceder? Llueve un poco, sopla el viento. Tantas cosas me distraen que pierdo el enfoque y termino metiéndome al internet para ver si fulanito o menganito me ha puesto un like en mi último status.

Y me doy cuenta después de una hora de que estoy perdiendo el tiempo.

Entonces, intento otra cosa para encontrar la inspiración. Preparo la máquina del café con un senseo bien cargado. Desde hace días que quiero dejar de tomarlo (el café) pero con el clima así es imposible, quiero un café. Y cambio de estrategia. Me siento en la banca a leer un libro bajo la luz del sol y termino quedándome dormida.

Esta mañana no tengo ganas de leer ninguna letra, y me tomo el café de un tirón y me siento mal por no haber leído ninguna letra del clásico que estoy leyendo  y me levanto del sofá a apuntar otra idea acerca de la inspiración. Trato de escribir algunas líneas, pero claro, en esta mañana tan extraña no llego a encontrar mis palabras.

Así me desconcentro de mi viejo oficio (que he practicado poco los últimos años, he de confesar). Escribir es trabajar sentado varias horas cada día hasta que salga el texto, pero hay días como hoy en los que no sale nada. Y agarro un libro, luego otro y otro, hasta aburrirme de leer comienzos que después apenas recordaré.

Y miro la ventana que da a la calle otra vez. Afuera las tiendas están cerradas pero hay vida. Un carro arranca su motor, gente se saluda en la calle, ¿y a dónde quiero llegar hoy? Me lo pregunto asintiendo con la cabeza. Tengo todo un programa abierto. ¿pero la inspiración? qué difícil encontrarte, amiga. En algunas horas tendré que dar clases, y me tomaré un café, luego otro, hasta que venga la tarde, y quizás después de muchas horas encuentre a esa musa en el momento menos apropiado, como por ejemplo, leyendo el periódico en el baño.

Y después diré que me olvidé de este episodio.


jueves, septiembre 05, 2013

El escritor prolífico de nuestro tiempo: Karl Ove Knausgard

DESDE hace algunos meses he vuelto con fuerza -si podría llamarlo así- a sentarme a mi escritorio día a día, con ganas y sin ellas, a escribir una historia pendiente en mi vida. A lo largo de esta aventura interrumpida muchas veces por mis trabajos diarios y por los quehaceres sociales -que muchas veces me atolondran y me hacen vivir entre la frontera del deber y la devoción- me encontré por casualidad en las estanterías de una librería española un libro que en inglés se titula "My struggle" del noruego Karl Ove Knausgard. 

No voy a decir el título en español porque no viene al caso. El título en holandés me parece mucho más sugerente "VADER", y es un libro que me ha dejado prendada y que además considero buena literatura, quizás la obra europea de estos años, al lado de Emmanuel Carrére (a quien tuve la oportunidad de ver la semana pasada en Amsterdam). 

Este libro antes de empezar a leerlo me llevó a preguntarme: "¿Qué tiene que contarme este autor noruego?", pensando ingenuamente que quizás su obra sería paisajista y pintoresca sobre la vida de este país y con el temor de que no me fuera a gustar; pero ¡¡ha sido sin duda un agradable descubrimiento!!  Un libro que narra, sí y no, la vida de Knausgard, y es. además, una 'biografía' de la cultura europea de nuestro tiempo, (sumida en el total aburrimiento, sin altibajos con rutinas de todos los días, pero a la vez sumergida en la soledad). 

Debo añadir un dato importante, que Knausgard no publicó un libro, sino seis!!! Es decir, una novela en seis tomos!!! Demasiado prolífico, al estilo Marcel Proust. Lamentablemente, Anagrama sólo ha publicado el primer tomo, lo cual me priva de continuar leyéndolo en mi idioma. Es lamentable que aún no aparezcan los siguientes; espero que lleguen a publicarlos en algún momento porque sino sería una lectura perdida en el mundo español. 

Aquí un extracto de una entrevista a Knausgard de Boeken in Reis, programa literario holandés. El entrevistador le pregunta: ¿Cuánto tiempo trabajó usted diariamente en esta obra de más de tres mil páginas?


Aquí la (pequeña) entrevista:


Si quiere ver la entrevista completa aquí tienen el link: http://www.uitzendinggemist.nl/afleveringen/1363087

domingo, agosto 25, 2013

Día domingo (diarios)

Este domingo está un poco lluvioso en mi ciudad. Desde la ventana de mi dormitorio escucho el tintineo de las gotas de agua caer sobre los techos de las casas. Decido tomarme el día con calma y no sentirme obligada a montar bicicleta (mi hobby más sano) o a escribir la historia que estoy escribiendo (disciplinada), sino simplemente a limpiar la casa, prepararme un desayuno rico en proteínas y tomar el tren más tarde a Amsterdam. 

Hoy es domingo y me lo tomo con calma porque además está lloviendo y entro como siempre a la web del diario El País y leo las noticias -que esta vez siguen con los dramas de Siria y Egipto-. Me encuentro con un texto del Piedra de Toque de Vargas Llosa sobre el narcotráfico en latinoamérica, y otro del Praga de Kafka, un especial de Babelia y otro sobre el club de los libros interminables. 

Y pienso en toda la gente que como yo tiene un día domingo y hace las cosas que más les gusta o aprovecha para visitar a los amigos o a los parientes. O en hacerse un masaje. 

Pero este domingo tengo un pendiente, un libro de Haruki Murakami de setecientas páginas de ancho y que empecé a leer hace tres semanas y se llama "Kafka en la orilla". El libro en sí no es malo, pero estos últimos días me ha llevado a experimentar el aburrimiento y a preguntarme a mí misma "¿por qué leo este libro?". De tan pesado y largo y con una prosa limpia que me hunde en el marasmo he tenido que leer otras cosas al lado de "Kafka en la orilla" para sentirme con vida, como por ejemplo, El Adversario de Emmanuele Carrere o El novelista ingenuo y sentimental de Orhan Pamuk, extraordinarios textos. 

Yo siempre he tenido la creencia de que abandonar un libro a la mitad es 'casi' de mala suerte. ¿Y por qué? Porque a lo largo de mis años de estudio siempre escuché decir esto a la gente, a los críticos literarios, los periodistas, los literatos siempre me preguntaban con cara de inteligentes, entre sarcásticos y sabelotodos: ¿Que? ¿no has terminado el Ulises? ¿La Ilíada? ¿La Odisea? Recuerdo que alguna vez empecé a leerlos hace miles de años y que nunca pasé de las primeras páginas. Y este deber de me opaca.   

Pero volviendo al tema de los domingos. Este domingo he decidido terminar de leer a Murakami, sin embargo, -ese maldito sin embargo que siempre aparece en mi vocabulario- ahora que viajo en el tren a Amsterdam veo que lo he olvidado y que por eso escribo este pequeño texto para Pierdo Países, mi blog medio abandonado, y me pregunto mientras miro los campos de cultivo holandés por la ventanilla del tren: explanadas verdes y planas rodeadas de canales de agua y adornadas con vacas que se rascan la panza, si hay otras personas que como yo los días domingo se lo pasan leyendo un buen texto o intentando hacerlo sin ganas o visitando parientes o relajándose con un masaje. Yo me doy cuenta que peco de olvidadiza y que tengo otro pendiente para esta semana por culpa de este lluvioso día domingo. 

domingo, agosto 18, 2013

El retrato de un cínico

ESTAMOS ANTE una lectura que sume al lector en el espanto, ese tipo de novelas de no ficción que se encargan de extraer lo más profundo del ser humano y exterioriza las diferentes caras de la mentira. Si una palabra definiera al personaje que inspiró a Emmanuele Carrere en El Adversario (publicado por Compactos Anagrama) es el cinismo puro y duro, la poca cara que tienen ciertos seres humanos para enfrentar la realidad y acogerse a una serie de patologías que los llevan a crear mundos de ficción; se aferran a mundos imaginarios inventados por sí mismos desde el plano profesional hasta el religioso y son capaces de enmascarar una vida mediocre y sin base, llevando al lector y espectador a creer en esa falsedad. 

El Adversario relata la historia de Jean Claude Romand, un francés, que terminó matando a su esposa, sus dos hijos, su padre, su madre y su perro, todo por ocultar su verdad: que no trabajaba para la OMS y que nunca había llegado a graduarse como médico. La novela se centra en el momento en que Romand aparece en las noticias con su relato escalofriante, digno de ser considerado un a sangre fría de Truman Capote, hasta el momento en que sigue el juicio y es condenado a cumplir cadena perpetua en una prisión en Francia. 

Lo interesante del libro de Emmanuele Carrere, que es para mí un descubrimiento en la literatura francesa de nuestros días, es que a lo largo de su lectura quedan muchas preguntas sin resolver. ¿Cuál es la verdad? ¿Qué llevó a Romand a mentir de esa forma tan desmedida a lo largo de su vida? Lo mismo se pregunta el autor del libro, quien termina en cierto modo desconcertado en su pesquisa por no haber encontrado la respuesta a esas preguntas que él mismo se plantea e impresionado por la capacidad  de mentir que sigue teniendo el asesino, de aferrarse por último a dios y la virgen, a una religiosidad falsa. El retrato de un cínico sin duda alguna. 

Escrito desde una primera persona, utilizando además las voces de los testigos, y contando de una forma directa los acontecimientos, sin muchos rodeos, Carrere utiliza el yo como eje de su relato, su experiencia al intentar acercarse al asesino y el proceso de búsqueda de datos. Nunca llega a descubrir el dato escondido, pero sí retratar a un ser humano con mitomanía crónica y, además, para añadirle, maniaco-depresivo. 

martes, agosto 13, 2013

Un viaje a la selva (mal-imaginado)

Nunca supimos a ciencia cierta qué fue lo que nos llevó allí esa mañana, a treparnos a ese destartalado camión con tolva blanca llamada El viajero. Nunca entendimos qué nos empujó a hacer esa ruta que nos tomó una infinidad de horas, días y semanas. Estábamos en un pueblo llamado Huancabamba, en la sierra norte del Perú, a unos dos mil metros de altura, y terminamos al otro lado.

Aquí la historia.


UNA NOCHE ANTES de la partida cenábamos en un restaurante llamado Jaimitos a un lado de la plaza rectangular del pueblo de Huancabamba. Era de noche, afuera las estrellas brillaban en el firmamento y en la calle algunos borrachitos jugaban con su pelota un fútbol premeditado. Adentro, en Jaimitos, una canción de Agua Marina tocaba una cumbia eterna que daba vueltas en un disco. Nosotros estábamos concentrados en nuestro mapa incompleto del Perú.

-¿Qué vamos a hacer mañana?-, me preguntó mi hermano mientras comíamos un pollo saltado. El menú del día, por supuesto. Era de los pocos restaurantes del lugar.

-No quiero regresar a Piura otra vez, -le dije-.¿Por qué no a la selva? -Días antes habíamos explorado las famosas lagunas Huaringas con un gringo despistado que se quedó dormido encima de su mula, y ahora habíamos vuelto al punto de partida.

El mapa indicaba que desde Huancabamba se podía ir a oriente por una carretera poco clara. Daniel, mi hermano, alzó la mano, silbó para llamar a la chica que atendía.
  
-¿Sabe usted si hay carretera a la selva desde aquí?-,  La señorita se acercó tímida a nuestra mesa, era una gordita en jeans con un polo rosado apretado. Tenía los cabellos castaños, los ojos verdes.
-La única que conozco es para Jaén, -dijo tragándose las palabras un poco secona-. ¿Quieren comer algo más?.

¿Jaén? Sonaba atractiva la idea de ir hasta allá. ¿Dónde quedaba? ¿Al otro lado de la cordillera? ¿Al lado derecho de Huancabamba, de acuerdo al mapa? Mi hermano dejó un poco de arroz en el plato, yo tampoco terminé de comer.

-Sí, sí, -dijo la señorita-, ¿quieren algo más?
-No, gracias señorita -la chica retiró los platos de la mesa. Mi hermano y yo: “La cuenta, por favor”.


En el mapa, del lado de Huancabamba, los trazos eran grises, del color de las montañas, mientras que alrededor de Jaén a unos cien kilómetros, calculando con el dedo, era un mar verde selvático. Sin embargo, había un pequeño problema, de Huancabamba a Jaén, la ruta amarilla se interrumpía en un pueblo llamado Tabaconas. Después no había indicios de camino.

Después de pagar, salimos del restaurante. Mi hermano se encendió un cigarrillo en la puerta de Jaimitos. Los borrachines desdentados se sentaron en la acera, dejaron de patear la pelota hacía rato, reían de la nada. Nos saludaron medio deformes, con palabras medio muertas, uno de ellos con la botella en la mano. Aguardiente. ¡Hey!

-¿Jefecito, es posible ir a Jaén desde aquí?-, le preguntamos a un policía.
-Pregúntele a mi colega –dijo serio sin querernos ayudar. Al parecer no sabía nada sobre la ruta.

Esperamos al colega más de quince minutos. Afuera del puesto policial dormitaba un perro negro, inconsciente.

-¿Hay camino a Jaén desde aquí, señor? –el colega apareció dos minutos después sonriente.

Su oficina era un cubículo diminuto pintado de un verde claro con la insignia de la policía nacional y dos escritorios con máquinas de escribir remington.

-Sí, claro -nos dijo alegre-. En el mercado hay camiones que salen tempranito.

martes, julio 30, 2013

Santuario

Seguimos leyendo a William Faulkner. Esta vez Santuario (1929), una novela que le llevó a la fama, por la descripción escabrosa de unos personajes corrompidos por su propia sombra, sumidos en un mundo gobernado por los contrabandistas de whisky, gángsters, dueñas de prostíbulos, estudiantes dedicados a la bebida, y de gobernantes acostumbrados a las triquiñuelas del dinero debajo de la manga. Sin embargo, a Faulkner nunca le gustó esa novela, sintió por ella una aversión total durante toda su vida hasta el punto que volvió a editarla. ¿Por qué? Un excelente análisis de Ferrán Benito en el blog Un libro abierto, explica no sólo por qué su autor odió su propia obra maestra, sino también su insuperable técnica narrativa y su dantesco argumento, el triunfo del mal sobre el bien. 

"Es bien conocida la aversión que William Faulkner sintió a lo largo de su vida hacia la novela Santuario, que veía como una traición a sus principios artísticos y como la más lamentable tacha de su extensa carrera literaria. Faulkner redactó esta obra en el año 1929, según su propio testimonio, con el objetivo de 'ganar algo de dinero' ---seguir leyendo---

Los silencios de Faulkner a lo largo de sus relatos son para mí la genialidad del autor, además de la combinación de situaciones en un capítulo y otro que llevan a enredar al lector dentro de la telaraña de la historia. Hasta en el último capítulo sigue presentándonos nuevos personajes, como la madre y la abuela piromaniaca de Popeye, el gángster, que muere consumida por su propio fuego. Además de la escabrosa descripción de la violación a la adolescente Temple Drake, con una mazorca de maíz. 

Una vez más me quedo sin palabras.

jueves, julio 25, 2013

Mientras agonizo


Esta novela me ha causado estupor. Hacía varios años que la tenía oculta entre mis anaqueles, desapercibida entre otros libros que alguna vez leí y no me acuerdo. Y esta vez me dije la voy a leer sí o sí, porque lo había intentado tantas veces pero no pasaba de la página cuatro, una de las obras más importantes de William Faulkner, el título: “Mientras agonizo”.

Addie Bundren es la protagonista de la historia, una profesora de escuela que yace en su lecho de muerte mientras sus cinco hijos preparan su cortejo fúnebre para llevarla al lugar donde desea que le entierren, la ciudad de Jefferson. La familia se dispone a cumplir sus últimas palabras. Salen en una carreta jalada por mulas en dirección a la ciudad y a lo largo del camino experimentan una multitud de peripecias que los lleva al borde de la locura.

Escrita desde los puntos de vista de sus personajes, catorce personajes en cincuenta y nueve diálogos que se intercalan en una historia que va descubriéndose por sí misma, lleva al lector al desasosiego y por momentos al horror. La escena del niño (hijo menor de los Bundren) viendo los buitres volar alerededor del ataúd de su madre es la confrontación más pueril de la infancia. ¿qué hacen esos buitres? ¿qué hacen por la noche? ¿Dónde se meten? Y el descubrimiento del origen de Jewel, otro de los hijos de la protagonista, hijo de una relación extramatrimonial con el cura del pueblo, lleva a uno de los hermanos a incendiar un granero y  al manicomio muerto de la risa.

"La composición de la obra me llevó sólo unas seis semanas en el tiempo libre que me dejaba un empleo de doce horas al día haciendo trabajo manual. sencillamente me imaginé un grupo de personas y las sometí a catástrofes naturales universales... con una motivación simple que le diera dirección a su desarrollo", dice el autor.  

La novela me ha llevado al extremo del aliento como hacía muchas veces no lo hacía una obra literaria (y me ha costado varias páginas para entrar en ella). Escenas duras, macabras, que describen el extremo al que llega una familia para enterrar a su madre muerta. La escena más impactante es la del niño de los Bundren mirando a los buitres volando encima del ataúd de su madre. ¿Una metáfora de la vida?

Sin duda, un libro que vale la pena leer para aquellos que aman la buena literatura.


jueves, julio 18, 2013

la vida es más simple cuando viajas con un maletín de mano

Cada vez que regreso de viaje siento que regreso al ático de los recuerdos. Mi casa es demasiado espaciosa en comparación con mi casa de verano (una tienda de campaña de dos metros por dos metros), y tiene demasiadas cosas acumuladas por todos lados. A veces prefiero la vida en una carpa (mi casa de verano). Es tan simple y llevadera que uno no necesita más que un maletín para ser feliz. Y un neceser, por supuesto. 

A veces me pregunto para qué me complico la vida con tantos objetos. Mi casa parece el almacén de una guerra. Acumulo con los años libros, recuerdos, fotos de familia (de generaciones perdidas), la radio casetera panasonic de mi padre, el vaso de plata del abuelo, velas a medias prendidas, una flor marchita en un florero, sacos de dormir comprados en diferentes almacenes cuando necesité un saco de dormir, maletas de todos los tamaños, zapatos de diferentes tallas y colores que apenas me pongo, cedés que ya ni toco, adornos de mi anterior casa, mi anterior vida (!) 

Muchas veces cargo con muchas cosas, siempre pienso que tengo pocas; cada vez que me mudo pienso que serán sólo unas cuantas cajas de mudanza, "pero si tengo poco", digo , pero a medida que pasan los años compruebo que voy acumulando objetos de generación en generación, que empiezo a cargar una caja de mudanza tan grande que apenas puedo mantener mi vida en orden.

¿Y en qué consiste esa caja de mudanza? 

En recuerdos, sólo recuerdos, que no queremos arrojar al bote de basura porque tienen un significado más allá que el simple objeto: un peluche viejo que no quieres botar porque lo adoras, sin ojos ni nariz que te regalaron de niña y que aún conservas en una de las esquinas de tu cama o el libro de cuentos infantiles apolillado y desgastado que tu padre te leía todas las noches antes de irte a dormir. Una caja de mudanza que son muchas cajas de mudanza transformadas en baúles, despensas, containers de barco 

Muchas veces cargamos con muchos objetos innecesarios de generación en generación porque están ligados a nuestro lado emocional sin duda (aquí mi abuela me guiña el ojo desde una fotografía) y yo quizás soy muy débil para deshacerme de ellos. Por eso me gusta ir de viaje, porque se carga poco, porque la vida se hace más simple cuando se viaja, sólo dependemos de un pequeño maletín sin demasiado valor emocional, de un neceser de baño que nos ayuda a mantenernos limpios y sanos, de unas cuantas prendas de ropa que usaremos felices sin quejarnos día a día, y uno o dos o tres pares de zapatos. La vida se hace más simple cuando viajas, no tienes que estar organizando la casa ni buscando un espacio vacío para unos ganchos de ropa bien trendy que no quieres dejar abandonados encima de una lavadora. 

Así me siento yo cuando viajo, feliz con mi pequeño neceser y mi maletín de mano. Todo brilla ante mis ojos. Y escribo con más soltura.

martes, mayo 21, 2013

Las hormigas

Ayer por la mañana unas hormigas gordas visitaron mi baño. No eran unas hormigas normales. Eran hormigas siamesas con dos cabezas. Tenían el trasero rojizo y las antenas negras y además una mirada penetrante. Olfateaban su camino hacia un hoyo negro al fondo del lavamanos, en busca de residuos de jugo de naranja que la noche anterior arrojé por el desagüe. Aparecieron así, de la nada, cuando ingresé al excusado a practicar mis habituales abluciones matutinas. 

Caminaban presurosas, impávidas, taimadas, desde el techo de la casa hasta el primer piso. Caminaban en fila, unas yendo a favor, otras en contra -las menos- desde un punto más alto que mi cuerpo. Iban deprisa como soldados apurados en un desfile en busca de una gota de dulzura. De naranja. 

Las hormigas fueron mis huéspedes durante ese día. Fui a la universidad, estudié en la biblioteca  y cuando regresé a casa ellas seguían allí trabajando. Se convirtieron en mis compañeras de estudio durante esa noche hasta que de pronto fueron víctimas de un asesinato. 

La dueña de casa, tan ordenada y limpia ella, entró a mi habitación. ¿Cómo estás, Corita?, preguntó y se metió directo al baño. 
No tardó en descubrirlas. "¡Mira la cantidad de hormigas!", exclamó. Y sin analizarlas mucho a mis hormigas siamesas compañeras de estudio y de jugo de naranja, humedeció una toalla, la posó sobre ellas y en pocos segundos las hormigas desaparecieron de la faz de mi lavamanos. En ese momento me pregunté: ¿Dónde estará el hormiguero? 
Al día siguiente subí al techo de la casa y comprobé que las hormigas vivían en una madera porosa al lado de una claraboya. 

No hice nada por evitar ese asesinato. Mis amigas las hormigas no me visitarían nunca jamás. 

lunes, abril 22, 2013

Cruzar la frontera (pedalear en Malí)






¿Qué nos hace pedalear en un país africano 
con guerra civil y un Al Qaeda involucrado?




A la gente que practica los deportes de fondo nos gustan los extremos. Hace algunos meses uno de los mejores ciclistas del mundo, Andy Schleck, declaró que los estrógenos que expulsa una persona al bicicletear lleva al ser humano a un estado de embriaguez; así como las drogas, así como el sexo. En eso radican las pruebas ciclísticas de larga distancia, en producir una especie de adrenalina que permite pedalear durante horas todos los días. 

Y esa adrenalina la tengo yo cuando recorro las sabanas del África Occidental.

Estoy en Malí, alguna vez imperio, centro del comercio de esclavos con los árabes en el siglo XV, considerado hoy un país entre los más ‘peligrosos’ del mundo. 

sábado, marzo 23, 2013

Muere el mago de los ritmos cubanos



EL MAGO DE los ritmos cubanos murió ayer a los 94 años en Suecia después de muchos años al servicio de la música. Figura esencial de de la música habanera en los años cuarenta y cincuenta Bebo Valdés exploró los compases de jazz, el bolero como pianista, compositor, arreglador y líder de bandas. Cantó junto a Nat King Cole, a Lucho Gatica, entre otras figuras de antaño.

Bebo Valdés es sin duda una de las últimas figuras aún vivas de aquella época en la que nuestros padres bailaban boleros y chachachás a compases de los ritmos latinos.  Gracias Bebo por la buena música. Aquí les dejo una composición "Sabor a mí". 

miércoles, marzo 13, 2013

Ché, un Papa argentino

SIEMPRE me gustó -no sé por qué y quienes me conocen lo saben- hablar de religión. Un nuevo Papa. Habbemus Papa. ¿qué significa que sea latinoamericano y además jesuíta? significa muchas cosas, un cambio de rostro en la imagen del catolicismo y además representante de una de los grupos católicos más grandes de feligreses en el mundo: mi Latinoamérica Realmente una buena táctica de la iglesia de ponerlo al frente de tamaña institución que ya parece una empresa : de mejorar la imagen de la iglesia al mundo, más humana y cercana a los verdaderos problemas de la humanidad. Y no es broma pero el hecho de que sea latinoamericano acerca incluso a los europeos medios indiferentes; un Papa no europeo -sin el carácter aburrido de este lado del mundo: serio y sin carisma-, trae nuevos aires (buenos aires) al Vaticano.  
Además el hecho de que sea jesuíta le da un punto a favor. La iglesia necesita un nuevo rostro mucho más moderno en una era de comunicación y de espectáculo, en el que la gente espera mayor comprensión en tiempos modernos que cambian a la velocidad del Ipad y del GoogleChrome. La gente ya no cree en los dogmas de la Edad Media, sino en el siglo XXI. Es muy probable que esto termine convocando a un Concilio Vaticano III y a una nueva era. ¿Cuánto tiempo durará Francisco I?

domingo, marzo 10, 2013

De vidas ajenas


MUCHAS VECES la literatura es capaz de llevarnos a territorios alejados del nuestro, de hacernos vivir aventuras, de acercarnos a la risa, de envolvernos en su estilo como personajes. Este no es el caso de Emmanuel Carrere (París, 1957) con su novela "De vidas ajenas", que acabo de terminar de leer con cierto mutismo. Este libro al contrario de los que he leído últimamente, nos acerca a la vida cotidiana del ser humano enfrentado con el sufrimiento. La novela gira en torno a dos hechos conmovedores: la muerte de un hijo para sus padres y la muerte de una madre joven para sus hijos.

Yo descubrí a este autor leyendo a Dauphine de Vigan (de quien también escribí un pequeño comentario en este blog). La literatura francesa de nuestros días se acerca a los temas del "yo", a la autobiografía novelada de no-ficción. 

Cuando empecé a leer la novela me tomó varias horas entrar en materia. El tsunami que en el 2004 asoló las costas de Srilanka era un mundo cercano para otros, pero lejano para mí. Sin embargo, la voz del autor creó cierta intimidad conmigo (el lector), como si me hablara y me contara con absoluta sinceridad la descripción de los eventos que rodean a la muerte de la hermana de su mujer.

Quizás es la sinceridad del autor en la novela, ese "yo" tan transparente en cada parte del libro, lo que nos hace pensar en otro tipo de novela, sin fabulaciones ni juegos en el estilo. Su estructura es clara. Primero, el relato del tsunami, luego la muerte de Juliette por un cáncer terminal. Pero la voz del autor entra por todas partes y vive de cerca los acontecimientos desarrollando una especie de filosofía alrededor de la muerte. ¿Cuál es el mensaje de este libro?  Cada lector interpretará a su forma la lectura. Para mí es esos momentos de felicidad que tiene la vida acompañados también de sufrimiento. Nada es para siempre, nada está escrito.  La vida tiene sus caprichos y esta novela de no-ficción los retrata de una forma cruda, con paralelismos y comparaciones. 



lunes, febrero 11, 2013

Nostalgia

Leo a paso lento, medio trabada, frenándome, perdiendo -a veces- el hilo del relato, el libro "Nostalgia" de Mircea Cartarescu, autor rumano, un libro publicado recientemente por Impedimenta. Este libro es de aquellos que más me han impactado en los últimos años. Los dos primeros relatos son, como el mismo autor dice, nefastos. ¡Qué historias! Son relatos de lo absurdo, que Mircea conceptualiza entre franquear el sueño y la realidad. "Es poliédrico, sorprendente, barroco, poético" (Frankfurter Allgemeine Zeitung). Aquí entramos al mundo onírico y ya no sabemos en qué creer como lectores.

La historia de "Mendébil" es un absurdo perfectamente contado desde los ojos de un niño presente a lo largo del relato , la infancia, la iniciación al sexo, las escenas de los juegos sadomasoquistas. El personaje de "El Ruletista" es una figura sacada de lo más profundo de la ciudad de Bucarest que juega al 'suicido' durante una apuesta.

Mi pregunta es ¿de dónde ha sacado estos personajes? ¿Y esa imaginación Cartarescu?

Edmundo Paz Soldán, prologuista de este libro, compara la narrativa de Cartarescu con los rusos al estilo Chejov o Dostoievky con una mezcla de los relatos oníricos de Borges. El mundo de los sueños se transforman aquí en realidad, en una delicia para la imaginación, un juego de palabras, de descripciones que abordan el mínimo detalle, ese grado de intimidad necesaria en toda literatura que acercan al lector con los personajes y la realidad retratada. En uno de los relatos "Los Gemelos", el autor dedica diez páginas o más a la descripción de un museo. Además aborda lo andrógino, el travestismo y la homosexualidad.

Me pregunto si este autor ganará alguna vez el premio Nóbel de literatura. La crítica lo aclama. Si quieren saber algo más de él pueden seguir este link que los llevará a una entrevista publicada en El País.

http://cultura.elpais.com/cultura/2012/11/01/actualidad/1351796950_729133.html

viernes, febrero 01, 2013

Nada se opone a la noche

Desde que la descubrí, la literatura francesa de nuestros días no me deja de sorprender. Dauphine de Vigan, una escritora contemporánea que acaba de presentar su último libro en español "Nada se opone a la noche", tiene la forma íntima y suicida de narrar su crónica familiar. El texto de más de trescientas páginas consigue capturar al lector desde el principio, cuando narra desde una primera persona el cómo encuentra a su madre muerta en la habitación de su casa.

Este libro me recuerda a muchas teorías relacionadas a la autoficción y al espacio biográfico, ese movimiento intimista que llega a borrar la frontera entre la ficción y no-ficción. ¿Qué es esta novela? ¿Dentro de qué parámetros catalogarla? ¿Una crónica familiar, una novela, un testimonio? De Vigan no sabe cómo llamarla, pero jamás aceptaría el término de no-ficción porque como ella misma dice: "Soy una autora de ficción; sé que por las pesquisas fluctúo entre el periodismo y la literatura, al modo de Truman Capote, o de la Marguerita Duras de El Dolor, sí, pero lo que escribo no es la verdad: es mi verdad, mi mirada sobre ella y quiero tener la libertad de aproximarme a los personajes. Me siento más cercana al estilo de Emmanuel Carrére", resume.

La parte más impresionante del libro es la narración de una cadena de suicidios en la biografía de la familia. Sus tres tíos desde niños mostraron en su carácter esa tendencia a la muerte, y la madre de la autora (en quien se basa este libro) es quien sirve para describir los detalles que rodean a la personalidad bipolar o maniaco-depresiva. Las escenas de euforia de la madre son impresionantes: "Descubrí a Lucile (la madre de la autora) de pie en el salón, estaba desnuda, su cuerpo estaba pintado de blanco. Esa visión me cortó la respiración. Paralizada, no podía despegar mis ojos de la escena a la que asistía y sin embargo no llegaba a creérmela del todo...".   

Dudo que De Vigan haya tenido la intención de hacer un mapa psicológico de su madre en su novela. Las razones oscuras que la llevaron a escribirla, fueron, quizás, como ella dice, a lo largo de su relato, esa necesidad de sentirse cerca de su familia y de su madre (de ese pasado que había perdido). Lo curioso es que la escritura tiene esa capacidad de acercar, pero también de alejar. "Nada se opone a la noche" es la catarsis de una hija dolida por los acontecimientos.

De Vigan ha ganado varios premios con este relato que ha vendido más de 500.000 ejemplares en Francia. Ahora está siendo traducida a una veintena de idiomas. El libro acaba de llegar al mundo hispano y está en las librerías de Lima, Buenos Aires, México DF, Madrid. Un testimonio que vale la pena leer para quienes aman las historias dramáticas y de familia. 


viernes, enero 04, 2013


"Escribir es remover los hilos viejos de la memoria. Es describir imágenes pasadas que al principio no son tan nítidas como las crees recordar. Es ir explorando bajo el tecleo de la computadora o, aún mejor, el ritmo de un lápiz, su contextura, su color, su olor, esas voces que acarician tu rostro una vez que te zambulles en la verdadera trama de la historia. Es como una cámara de vídeo que busca enfocar con nitidez las escenas de la cotidaneidad"



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