lunes, diciembre 17, 2012

Arequipa: la ciudad gris



Hace muchos años que regreso a Arequipa. La he encontrado cambiada, completamente transformada. La ciudad en la que crecí se ha convertido en un monstruo que temo seguirá creciendo. Yo me fui de aquí definitivamente en el 2007. Mi familia y yo lo dejamos todo, incluida la casa, y nos enrumbamos hacia la otra parte del mundo, muy lejos de aquí. Pero ahora que he vuelto me enfrento diariamente al tráfico, la cantidad de gente, las caras, y sobre todo la falta de civismo y orden de la ciudad. Esta ciudad es otra. No es la misma de hace diez años en que todo giraba alrededor del centro y la avenida del Ejército. Esta ciudad es un caos casi mental. 

Ahora tiendo como los ancianos a decir "antes era así, pero..." la avenida ejército que ya avisoraba su cambio en los últimos diez años, es ahora un embotellamiento de tráfico. Los taxistas tocan la bocina como si se tratase de un juguete en plena infancia. Tuuu tuuu buscando pasajeros, llamando la atención de los transeúntes y a veces jodiendo (perdonen). Además, apenas se ve el sardinel de en medio, ni los toros de pelea frente a la comisaría de Yanahuara, alguien me ha dicho que quieren ampliar la avenida a tres carriles o más. Para mí eso es insensato. El tráfico es el problema, no la avenida. 

Cuando camino por la ciudad y veo la cantidad de tráfico me pongo a contar. El número de taxis sobrepasa al número de autos particulares. El tráfico de la ciudad está abarrotado de servicio de taxi y claro, también de combis. Por eso no me extraña que hayan robos en taxis y  accidentes. La cantidad de choferes que circulan por la ciudad sin saber las reglas de tránsito es impresionante. Y los gases tóxicos. Es como si nos estuviéramos matando de a pocos. ¿Se imaginan una ciudad sin taxis?

Mi teoría es sencilla y quizás es la conclusión de muchos. La vieja ciudad (de hace 10 años) era una multitud de urbes anexas, como por ejemplo, Socabaya, Paucarpata, entre otras, que fueron creciendo sin que los habitantes del centro se dieran cuenta de que el día que llegaran los Mall Centers este panorama iría a cambiar. En Arequipa no hay un solo centro ahora, al que iba a tomar café con mi profe Portocarrero, sino más bien ahora una multitud de centros, el Aventura Plaza, Lambramani, Real, Metro, que han cambiado totalmente el concepto de ciudad de Arequipa. Y su peor problema: el tránsito vehicular.  

Es una pena que el gobierno regional y provincial de la ciudad no haga nada por mejorar esta situación. No es sólo necesario construir puentes o avenidas, sino más bien ordenar, imponer el pico y placa, capacitar a la policía de tránsito.  ¿En qué están pensando las autoridades? Ser alcalde de esta ciudad no es un mero juego de marionetas, más bien, es lo mismo que dirigir una empresa, y si un alcalde no sabe cómo empezar y terminar proyectos y más aún revisarlos de arriba a abajo antes de ser realizados, terminaremos con pistas que se llenan de huecos en las lluvias o canales de agua sin salida. 

Me subo a una combi y una pasajera al lado mío bota la basura en el suelo del vehículo. Yo le digo: "Señora, se le ha caído el papel". Me mira con odio y se baja del carro. Deja a los demás pasajeros contemplando su mugre. A este paso Arequipa dejará de ser blanca y se convertirá en gris. Mejorar su contaminación es tarea de todos sus ciudadanos, pero así como lo veo estamos dando pasos hacia atrás, y muy grandes. :( 


viernes, diciembre 07, 2012

Remembranzas @ Puno

Una ciudad con recuerdos borrosos. Una semana de carnaval en un estadio. Una catedral inquieta procesión de una virgen. Unas bandas de musicos con sus comparsas de baile. Barcas que flotan a orillas de lago más alto navegable del mundo. Recuerdo a mi profesor en el colegio ahora, desde esta ventana ( me gustan las ventanas): "Titi para Perú, el resto para el país vecino". Amén.


jueves, diciembre 06, 2012

¿Escribir o no?



NO TE LIMITES A PLANEAR ESCRIBIR: ESCRIBE
Sólo escribiendo, no soñando con escribir, desarrollamos un estilo propio.

Phyllis Dorothy James (más conocida como P. D. James)
Oxford, UK, 3 de agosto de 1920

Hoy encontré esta frase navegando por facebook. No voy a decir cuán de cierto tiene esa frase porque sería inútil, sino más bien a limitarme a mi propia experiencia con la escritura = muchas veces navegando en la nube de los sueños, quedándose así en proyecto. 

¿Escribir o no escribir? He allí la cuestión. Llevo no sé cuántos años queriendo intentarlo. Siempre me quedo a medio camino de una crónica, una idea, una novela. Me entusiasmo con un primer capítulo y luego ¿cómo seguir? Me quedo estancada. El mito de la página en blanco traducida a muchas excusas que 'nos' ponemos cada vez que queremos hacer por nosotros mismos, cantidad de distracciones que aparecen por el camino, facebook, el internet, el hambre que uno siente, la sed de beber agua, sentarse al escritorio proponerse a escribir un texto aunque sea corto y terminar en la red enganchado a la nada. O concluir tu día dándole vueltas a un párrafo, al día siguiente lo mismo, lo mismo siempre. 

Lo peor es que cuando ando en bicicleta se me ocurren cien mil historias, principios de novela, como si los pedales fueran un motor que encendieran mi imaginación y lo pusieran a correr creativamente, dándole palabras a los sentimientos, y cuando bajo de ella, la bicicleta, las ideas se fueron a no sé dónde.. y me olvidé. 

Mi relación con la escritura no es sólo el temor a la página en blanco, sino también al lector en blanco que quieres que te lea y por temor a lo que él va a pensar (qué absurdo)  no sabes ya cómo escribir, como si fuera una comedia... Excusas y excusas... y quienes pasan por esto lo saben.

Este es un cuento de no acabar, así que manos a la obra, a romper el hechizo !!

domingo, diciembre 02, 2012

Día 3 *





La mejor noche en mucho tiempo. Recuerdo mis sueños como si fueran un mensaje celestial. Mario vuelve a aparecer como muchas veces, como si fuera un ángel que me busca, me abraza y me dice “escribe, no te desperdicies, tú eres muy buena, la mejor”. Y yo como siempre dudo, aunque los ojos me brillen, le creo y dispuesta a trabajar en ello, camino a mi casa.

Mi padre, en escena. Escucho su voz salir de una habitación, como cuando antes llegaba del trabajo y se le oía de cualquier parte saludando con voz alta. Me dice que está contento, que ha encontrado un nuevo trabajo. Por fin, pienso, su salvación, y lo abrazo.

Amanezco contenta. Hacía mucho tiempo que no dormía una noche así.

Pero este día, el día 3, es el más chocante de lo que llevo de vida.


A medio camino, del camino que estoy recorriendo en dirección a Machu Picchu, por una ruta delgada en plena selva, entre árboles poblados por bromelias, cae una piedra desde la cima de la montaña, rodando grande como una roca. Yo la observo desde abajo con esa cara inútil que a veces puedo tener, sin saber hacia donde ir ni cómo reaccionar, observando sin mover un dedo, la absurda roca acercarse a mí. Pienso no me tocará, ni de a vainas, habría que tener mala suerte, si la roca te toca. Sin embargo, esa piedra  grande y pesada, choca con una rama y cambia de dirección, y sin tener tiempo de salvarme del impacto, la piedra rebota sobre mi rodilla derecha, y continúa rumbo por un precipicio.

No imaginé que yo seguiría el mismo destino de la piedra. Sin poder aferrarme a nada, me veo caer al precipicio también como en una película de Indiana Jones. Soy optimista. Pienso no caeré mucho, intento encontrar la forma de no seguir cayendo, pero caigo y caigo y pienso me jodí, esto es real, mi miedo más profundo cayendo por un precipicio en dirección a un río del cual no recuerdo su nombre.

¿Moriré?

Preguntas de un futuro cercano.  

Viví un momento protagónico de película de aventura, donde los protagonistas nunca mueren cayendo por un precipicio. No fue la mano de Dios ni la de Cristo ni la de los seres irreales en las que creen las personas. No sé qué fue pero me salvó, el tronco mágico de un árbol, como si hubiese crecido en ese punto de la montaña para salvarme a mí, me salvó de una sentada. Aterricé con mis dos piernas a cada lado del tronco y mi espalda a la montaña y mi mirada, hacia el río revoltoso debajo de mis pies, entre piedras enormes que parecíann huevos de gigantes.



Recién en ese momento, al detenerme de mi caída libre, me di cuenta de las heridas de mi mano y de los golpes en mis dos piernas y brazo. José, el guía, llegó a socorrerme. Le entregué mi chuspa, luego la mochila, y sin fuerzas logré subir los cinco metros hacia el camino. No caí muy abajo, pero los minutos  parecían eternos. 

El susto me llevó al pánico. Tuve suerte, mucha suerte, no me rompí nada, ningún hueso, menos aún la cabeza, tan solo la idea de que estuve a punto de tener un gran accidente o de morir, en el peor de los casos, me llevó a continuar la caminata con una crisis nerviosa que me duró más de una hora. Pensé en mi padre, en el sueño de aquella noche y rompí a llorar. 

*Fragmento de un diario de viajes titulado "Del Salkantay a Machu Picchu". 5 días a pie en el corazón de los Andes. 


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Borro fronteras - Viajo para conocer mi geografía