Este domingo está un poco lluvioso en mi ciudad. Desde la ventana de mi dormitorio escucho el tintineo de las gotas de agua caer sobre los techos de las casas. Decido tomarme el día con calma y no sentirme obligada a montar bicicleta (mi hobby más sano) o a escribir la historia que estoy escribiendo (disciplinada), sino simplemente a limpiar la casa, prepararme un desayuno rico en proteínas y tomar el tren más tarde a Amsterdam.
Hoy es domingo y me lo tomo con calma porque además está lloviendo y entro como siempre a la web del diario El País y leo las noticias -que esta vez siguen con los dramas de Siria y Egipto-. Me encuentro con un texto del Piedra de Toque de Vargas Llosa sobre el narcotráfico en latinoamérica, y otro del Praga de Kafka, un especial de Babelia y otro sobre el club de los libros interminables.
Y pienso en toda la gente que como yo tiene un día domingo y hace las cosas que más les gusta o aprovecha para visitar a los amigos o a los parientes. O en hacerse un masaje.
Pero este domingo tengo un pendiente, un libro de Haruki Murakami de setecientas páginas de ancho y que empecé a leer hace tres semanas y se llama "Kafka en la orilla". El libro en sí no es malo, pero estos últimos días me ha llevado a experimentar el aburrimiento y a preguntarme a mí misma "¿por qué leo este libro?". De tan pesado y largo y con una prosa limpia que me hunde en el marasmo he tenido que leer otras cosas al lado de "Kafka en la orilla" para sentirme con vida, como por ejemplo, El Adversario de Emmanuele Carrere o El novelista ingenuo y sentimental de Orhan Pamuk, extraordinarios textos.
Yo siempre he tenido la creencia de que abandonar un libro a la mitad es 'casi' de mala suerte. ¿Y por qué? Porque a lo largo de mis años de estudio siempre escuché decir esto a la gente, a los críticos literarios, los periodistas, los literatos siempre me preguntaban con cara de inteligentes, entre sarcásticos y sabelotodos: ¿Que? ¿no has terminado el Ulises? ¿La Ilíada? ¿La Odisea? Recuerdo que alguna vez empecé a leerlos hace miles de años y que nunca pasé de las primeras páginas. Y este deber de me opaca.
Pero volviendo al tema de los domingos. Este domingo he decidido terminar de leer a Murakami, sin embargo, -ese maldito sin embargo que siempre aparece en mi vocabulario- ahora que viajo en el tren a Amsterdam veo que lo he olvidado y que por eso escribo este pequeño texto para Pierdo Países, mi blog medio abandonado, y me pregunto mientras miro los campos de cultivo holandés por la ventanilla del tren: explanadas verdes y planas rodeadas de canales de agua y adornadas con vacas que se rascan la panza, si hay otras personas que como yo los días domingo se lo pasan leyendo un buen texto o intentando hacerlo sin ganas o visitando parientes o relajándose con un masaje. Yo me doy cuenta que peco de olvidadiza y que tengo otro pendiente para esta semana por culpa de este lluvioso día domingo.
3 comentarios:
Leí Kafka en la Orilla el año pasado, durante las 3 semanas que pasé con mi compañero entre Italia y Croacia, casi siempre frente al mar. Los días mediterráneos con muy largos el mes de junio. Me animaba llegar a ese punto clave en que que todo tendría que empezar a tomar sentido. Ilusa. En todo caso, estaba muy encariñada con el anciano de los gatos, así que resultó llevadero. Volver con semejante libro a Guatemala no era negociable.
Hola Susana, pues quién como tú que has podido aprovechar el domingo, yo me la pasé durmiendo! y no porque salí de fiesta sino por el trabajo. No me dio tiempo para leer como habría querido, haber si ahora puedo. En cuanto a Murakami, solo leí TOKYO BLUES y la verdad es que me pareció que está muy sobrevalorado. En fin, que me he dado cuenta que tengo muchos vacíos en mi "formación literaria" y ahora me he puesto a leer a los clásicos o a los que "se debe leer" sin que eso signifique que cuando algo no me enganche y emociione lo deje... quiero dejar de sentir esa sensación de culpa que te hacen sentir los snobs, siento que las lecturas necesitan más efusiones no reflexiones, estes es un parafraseo de Walser, un escritor suizo poco conocido pero que adoro, porque me emociona justamente. Saludos! qué tal estuvo Amsterdam?
Hola pablo, gracias por comentarme en el blog, siempre es un gusto tenerte por aquí y por comentar el texto del domingo. Comparto contigo aquello de Murakami. Pienso que es un muy buen escritor pero que es muy pop... muy sobrevalorado quizás porque es popular, pero cada vez que leo sus libros me invade una sensación de soledad única, como si no supiera qué decir acerca de ellos. Leí Tokyo Blues. Me pareció una novela bien lograda, el juego con las vidas paralelas de los personajes y la 'soledad' del protagonista. También leí After Dark, esa me gustó mucho más, tiene una técnica muy buena, pero Kafka en la orilla no me gustó para nada, bastante forzada la novela y personajes medio absurdos... Amsterdam estuvo muy buena, como siempre. Etse fin de semana pienso volver porque hay un evento cultural por toda la ciudad y vendrá un escritor francés que he descubierto hace poco y lo quiero ver. POr qué me dices que has leído poco?? yo también siento lo mismo. Me gustaría intentar leer a los clásicos pero a veces me invade la falta de serenidad para leerlos... te recomiendo Madame Bovary ;) saludos ! Susana
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