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lunes, diciembre 22, 2014

Amor y literatura - Lila Azam Zanganeh

Uno de mis descubrimientos este año es Lila Azam Zanganeh. Una mujer joven iraní que vivió en Francia, en Londres, y ahora en Nueva York. Es la nueva voz de las letras estadounidenses, quizás la nueva voz de las letras mundiales. Habla más de cinco idiomas, entre ellos el español, y escribe tanto en inglés como en francés. 

Tuve la oportunidad de compartir con ella un encuentro de jóvenes en el Nexus Instituut en Holanda, antes de su conferencia "Amor y literatura". El Nexus Instituut es una de las pocas instituciones en este país de tulipanes que se dedica a promocionar la cultura con letras grandes desde todas sus disciplinas. Tiene invitados de la talla del escritor y crítico literario George Steiner; del violinista Joshua Bell, heredero del Stradivarius de 1703, que le perteneció al violinista Huberman y, entre ellos, la iraní, Lila Azam Zanganeh.

Lila Azam Zanganeh (LAZ) es una apasionada por Vladimir Nabokov, el escritor de origen ruso, famoso por su novela Lolita. Ha escrito un libro llamado The Enchanter: Nabokov and Hapiness. Nunca he visto a nadie con una pasión tan ardiente por la literatura ni por Nabokov. La conferencia a la que tuve oportunidad de ir se titulaba "Amor y Literatura". El título de su conferencia era tan general que podía caer en la atracción pero también en la banalidad. Me inscribí por el simple hecho de asistir, pues no conocía a LAZ. El año anterior había visitado el Nexus Instituut para ver a Mario Vargas Llosa, el Premio Nóbel de Literatura 2010. Dio una conferencia titulada “The Future of Humanism”, la traducción al inglés de su libro ensayístico "La civilización del espectáculo". Lamentablemente, la conferencia de MVLL no gustó a la mayoría de la gente. Muchos de los jóvenes asistentes dijeron que su visión pesimista del futuro de las artes no tenía lógica. “He is too old”, indicaron.

La conferencia de LAZ, fue todo lo contrario. La iraní tiene un carisma que llevó al auditorio a sentir sus palpitaciones, amores, íntimidades, como si fuese una vieja amiga que le viene a hablar a uno como le gusta a uno. Elevó al público al nivel de la pasión. No utilizó ni papeles ni frases hechas. Citó a autores de la talla de Leon Tolstoi, Marguerite Yourcenar, con un conocimiento impresionante, como si los hubiese leído la noche anterior. Además, su estilo informal de llevar la conferencia, a la que se le llamaría de postmodernista, contraria a la solemnidad de la conferencia de Vargas Llosa en la que el público estaba prohibido de hacer preguntas, le dio una simpatía y acercamiento como ninguno.

Creo que hoy en día hace falta aquello que llamaría “el acercamiento del artista con su público”. Creo que la informalidad de LAZ permitió al auditorio sentirse partícipe del proceso de creación, a aquello que llamamos cultura como arte, término de por sí difícil de delimitar. Hace falta ese tipo de iniciativas en el mundo de hoy, en el que se acostumbra a ver al creador como un ‘dios’ intelectual, intocable, impalpable, inasequible, difícil de acceder. Hace falta acercar el receptor al creador, no sólo al mensaje. Creo que esa sería una de las principales tareas de quienes se dedican al arte de escribir, pintar, moldear, fotografiar. Hacer que el público se involucre con sus ideas, que se sienta un creador dentro de la misma obra de arte

Su  conferencia versó sobre cómo la literatura es el primer amor del ser humano. Nosotros somos narradores de historias por naturaleza, a pesar de vivir en la era audiovisual en la que se especula la desaparición de los libros y los periódicos en papel. Nunca jamás, por más de que ciertos conocidos míos digan que “la gente no lee”, desaparecerá nuestra capacidad narrativa, aún menos la creatividad. Siempre querremos contar historias del día a día, nuestro vademecum, nuestros viajes, las anécdotas del día a día, las historias de familias, los desgraciados, los chismes de la ciudad, aquellos relatos que le dan vida a la vida misma, y que la hace más interesante y rica, además. Sin aquellos relatos, la vida no tendría sentido, entraría en el absoluto aburrimiento. No tendríamos ni sal ni pimienta. Ningún sentido.

Ver a Azam, además de lo asequible que es, ha sido lo mejor de este 2014. Leyó párrafos de First Love de Turgeniev. E hizo hincapié: La belleza del lenguaje es capaz de hechizarnos. Un extraordinario encuentro que me dio luces, y sobre todo esperanza. La esperanza de que el mundo tiene posibilidades gracias a la literatura. La literatura como objetivo, fin, cariño, amor, pasión, para olvidar las guerras y llevar a un mundo más llevadero en estos tiempos del internet, facebook, envidias, peleas, agendas recargadas, sin tiempo. 

La filósofa alemana Ariadne von Schirach, otra invitada del Nexus Intituut, dijo: "Books are agents of empathy. Books are perpetuators of human nature". Es cierto, suena idealista. LAZ supo cómo ganarme y convencerme de que hay esperanza en el mundo que me rodea, y que el cambio (o la continuidad) está en cada uno de nosotros. Nosotros somos los agentes para que la cultura o la literatura no desaparezca. Para que ni Dostoievsky, ni Camus, ni Flaubert queden en el olvido. Sólo nos queda creer y transmitirla de generación en generación. 

Aquí les dejo una entrevista realizada a la autora por la Revista de Letras. 
http://revistadeletras.net/lila-azam-zanganeh-escribir-el-encantador-ha-sido-como-bailar-un-tango-con-nabokov/

lunes, octubre 13, 2014

Rumiar pensamientos



Aquí volvemos con el diario después de algunos días en la nada. La nada, nada. Viajé al norte a visitar a mi madre, luego llegó mi hermano. Me costó muchísimo concentrarme en los entretantos, encontrar la paz para escribir sin parar, revisar la novela y además pensar en cómo mantener mi motivación sostenida por un instante. Hago lo mejor y lo posible. Doy todo de mí, aunque –con esa naturaleza crítica que tengo- sé que puedo dar más.

Hoy me levanté directo al ático de mi casa a corregir. Se me ocurrió seguir una dieta de verduras y sopas. No para bajar de peso, pero por pura limpieza del organismo. En fin. No hace nada mal. Dentro de esa a-litariedad me metí en lo literario y trabajé sin descanso en la corrección de mis textos.

No puedo evitar pensar y pensar, recordar y recordar. El silencio, la soledad que me da vivir en este lugar a veces me corrompe y me hace verme demasiado adentro. Mala justiciera, fanática y banal.

Escribir. Me cuenta mucho creer en lo que hago. Regresé del Perú con todas la creencia puesta y después de unos días entro en una rutina que me hace rumiar pensamientos, como diría Camus, olvidarme de mi foco. Mi meta.


Aún lo que es peor, no es olvidarla, la meta, sino más bien dejar de creer en ella. Es mi naturaleza. Hay que mantener el estado de ánimo y darle al teclado. Y tocar puertas cuando el texto esté listo. Los pendientes no me dejan avanzar.


jueves, septiembre 05, 2013

El escritor prolífico de nuestro tiempo: Karl Ove Knausgard

DESDE hace algunos meses he vuelto con fuerza -si podría llamarlo así- a sentarme a mi escritorio día a día, con ganas y sin ellas, a escribir una historia pendiente en mi vida. A lo largo de esta aventura interrumpida muchas veces por mis trabajos diarios y por los quehaceres sociales -que muchas veces me atolondran y me hacen vivir entre la frontera del deber y la devoción- me encontré por casualidad en las estanterías de una librería española un libro que en inglés se titula "My struggle" del noruego Karl Ove Knausgard. 

No voy a decir el título en español porque no viene al caso. El título en holandés me parece mucho más sugerente "VADER", y es un libro que me ha dejado prendada y que además considero buena literatura, quizás la obra europea de estos años, al lado de Emmanuel Carrére (a quien tuve la oportunidad de ver la semana pasada en Amsterdam). 

Este libro antes de empezar a leerlo me llevó a preguntarme: "¿Qué tiene que contarme este autor noruego?", pensando ingenuamente que quizás su obra sería paisajista y pintoresca sobre la vida de este país y con el temor de que no me fuera a gustar; pero ¡¡ha sido sin duda un agradable descubrimiento!!  Un libro que narra, sí y no, la vida de Knausgard, y es. además, una 'biografía' de la cultura europea de nuestro tiempo, (sumida en el total aburrimiento, sin altibajos con rutinas de todos los días, pero a la vez sumergida en la soledad). 

Debo añadir un dato importante, que Knausgard no publicó un libro, sino seis!!! Es decir, una novela en seis tomos!!! Demasiado prolífico, al estilo Marcel Proust. Lamentablemente, Anagrama sólo ha publicado el primer tomo, lo cual me priva de continuar leyéndolo en mi idioma. Es lamentable que aún no aparezcan los siguientes; espero que lleguen a publicarlos en algún momento porque sino sería una lectura perdida en el mundo español. 

Aquí un extracto de una entrevista a Knausgard de Boeken in Reis, programa literario holandés. El entrevistador le pregunta: ¿Cuánto tiempo trabajó usted diariamente en esta obra de más de tres mil páginas?


Aquí la (pequeña) entrevista:


Si quiere ver la entrevista completa aquí tienen el link: http://www.uitzendinggemist.nl/afleveringen/1363087

domingo, agosto 25, 2013

Día domingo (diarios)

Este domingo está un poco lluvioso en mi ciudad. Desde la ventana de mi dormitorio escucho el tintineo de las gotas de agua caer sobre los techos de las casas. Decido tomarme el día con calma y no sentirme obligada a montar bicicleta (mi hobby más sano) o a escribir la historia que estoy escribiendo (disciplinada), sino simplemente a limpiar la casa, prepararme un desayuno rico en proteínas y tomar el tren más tarde a Amsterdam. 

Hoy es domingo y me lo tomo con calma porque además está lloviendo y entro como siempre a la web del diario El País y leo las noticias -que esta vez siguen con los dramas de Siria y Egipto-. Me encuentro con un texto del Piedra de Toque de Vargas Llosa sobre el narcotráfico en latinoamérica, y otro del Praga de Kafka, un especial de Babelia y otro sobre el club de los libros interminables. 

Y pienso en toda la gente que como yo tiene un día domingo y hace las cosas que más les gusta o aprovecha para visitar a los amigos o a los parientes. O en hacerse un masaje. 

Pero este domingo tengo un pendiente, un libro de Haruki Murakami de setecientas páginas de ancho y que empecé a leer hace tres semanas y se llama "Kafka en la orilla". El libro en sí no es malo, pero estos últimos días me ha llevado a experimentar el aburrimiento y a preguntarme a mí misma "¿por qué leo este libro?". De tan pesado y largo y con una prosa limpia que me hunde en el marasmo he tenido que leer otras cosas al lado de "Kafka en la orilla" para sentirme con vida, como por ejemplo, El Adversario de Emmanuele Carrere o El novelista ingenuo y sentimental de Orhan Pamuk, extraordinarios textos. 

Yo siempre he tenido la creencia de que abandonar un libro a la mitad es 'casi' de mala suerte. ¿Y por qué? Porque a lo largo de mis años de estudio siempre escuché decir esto a la gente, a los críticos literarios, los periodistas, los literatos siempre me preguntaban con cara de inteligentes, entre sarcásticos y sabelotodos: ¿Que? ¿no has terminado el Ulises? ¿La Ilíada? ¿La Odisea? Recuerdo que alguna vez empecé a leerlos hace miles de años y que nunca pasé de las primeras páginas. Y este deber de me opaca.   

Pero volviendo al tema de los domingos. Este domingo he decidido terminar de leer a Murakami, sin embargo, -ese maldito sin embargo que siempre aparece en mi vocabulario- ahora que viajo en el tren a Amsterdam veo que lo he olvidado y que por eso escribo este pequeño texto para Pierdo Países, mi blog medio abandonado, y me pregunto mientras miro los campos de cultivo holandés por la ventanilla del tren: explanadas verdes y planas rodeadas de canales de agua y adornadas con vacas que se rascan la panza, si hay otras personas que como yo los días domingo se lo pasan leyendo un buen texto o intentando hacerlo sin ganas o visitando parientes o relajándose con un masaje. Yo me doy cuenta que peco de olvidadiza y que tengo otro pendiente para esta semana por culpa de este lluvioso día domingo. 

domingo, agosto 18, 2013

El retrato de un cínico

ESTAMOS ANTE una lectura que sume al lector en el espanto, ese tipo de novelas de no ficción que se encargan de extraer lo más profundo del ser humano y exterioriza las diferentes caras de la mentira. Si una palabra definiera al personaje que inspiró a Emmanuele Carrere en El Adversario (publicado por Compactos Anagrama) es el cinismo puro y duro, la poca cara que tienen ciertos seres humanos para enfrentar la realidad y acogerse a una serie de patologías que los llevan a crear mundos de ficción; se aferran a mundos imaginarios inventados por sí mismos desde el plano profesional hasta el religioso y son capaces de enmascarar una vida mediocre y sin base, llevando al lector y espectador a creer en esa falsedad. 

El Adversario relata la historia de Jean Claude Romand, un francés, que terminó matando a su esposa, sus dos hijos, su padre, su madre y su perro, todo por ocultar su verdad: que no trabajaba para la OMS y que nunca había llegado a graduarse como médico. La novela se centra en el momento en que Romand aparece en las noticias con su relato escalofriante, digno de ser considerado un a sangre fría de Truman Capote, hasta el momento en que sigue el juicio y es condenado a cumplir cadena perpetua en una prisión en Francia. 

Lo interesante del libro de Emmanuele Carrere, que es para mí un descubrimiento en la literatura francesa de nuestros días, es que a lo largo de su lectura quedan muchas preguntas sin resolver. ¿Cuál es la verdad? ¿Qué llevó a Romand a mentir de esa forma tan desmedida a lo largo de su vida? Lo mismo se pregunta el autor del libro, quien termina en cierto modo desconcertado en su pesquisa por no haber encontrado la respuesta a esas preguntas que él mismo se plantea e impresionado por la capacidad  de mentir que sigue teniendo el asesino, de aferrarse por último a dios y la virgen, a una religiosidad falsa. El retrato de un cínico sin duda alguna. 

Escrito desde una primera persona, utilizando además las voces de los testigos, y contando de una forma directa los acontecimientos, sin muchos rodeos, Carrere utiliza el yo como eje de su relato, su experiencia al intentar acercarse al asesino y el proceso de búsqueda de datos. Nunca llega a descubrir el dato escondido, pero sí retratar a un ser humano con mitomanía crónica y, además, para añadirle, maniaco-depresivo. 

martes, agosto 13, 2013

Un viaje a la selva (mal-imaginado)

Nunca supimos a ciencia cierta qué fue lo que nos llevó allí esa mañana, a treparnos a ese destartalado camión con tolva blanca llamada El viajero. Nunca entendimos qué nos empujó a hacer esa ruta que nos tomó una infinidad de horas, días y semanas. Estábamos en un pueblo llamado Huancabamba, en la sierra norte del Perú, a unos dos mil metros de altura, y terminamos al otro lado.

Aquí la historia.


UNA NOCHE ANTES de la partida cenábamos en un restaurante llamado Jaimitos a un lado de la plaza rectangular del pueblo de Huancabamba. Era de noche, afuera las estrellas brillaban en el firmamento y en la calle algunos borrachitos jugaban con su pelota un fútbol premeditado. Adentro, en Jaimitos, una canción de Agua Marina tocaba una cumbia eterna que daba vueltas en un disco. Nosotros estábamos concentrados en nuestro mapa incompleto del Perú.

-¿Qué vamos a hacer mañana?-, me preguntó mi hermano mientras comíamos un pollo saltado. El menú del día, por supuesto. Era de los pocos restaurantes del lugar.

-No quiero regresar a Piura otra vez, -le dije-.¿Por qué no a la selva? -Días antes habíamos explorado las famosas lagunas Huaringas con un gringo despistado que se quedó dormido encima de su mula, y ahora habíamos vuelto al punto de partida.

El mapa indicaba que desde Huancabamba se podía ir a oriente por una carretera poco clara. Daniel, mi hermano, alzó la mano, silbó para llamar a la chica que atendía.
  
-¿Sabe usted si hay carretera a la selva desde aquí?-,  La señorita se acercó tímida a nuestra mesa, era una gordita en jeans con un polo rosado apretado. Tenía los cabellos castaños, los ojos verdes.
-La única que conozco es para Jaén, -dijo tragándose las palabras un poco secona-. ¿Quieren comer algo más?.

¿Jaén? Sonaba atractiva la idea de ir hasta allá. ¿Dónde quedaba? ¿Al otro lado de la cordillera? ¿Al lado derecho de Huancabamba, de acuerdo al mapa? Mi hermano dejó un poco de arroz en el plato, yo tampoco terminé de comer.

-Sí, sí, -dijo la señorita-, ¿quieren algo más?
-No, gracias señorita -la chica retiró los platos de la mesa. Mi hermano y yo: “La cuenta, por favor”.


En el mapa, del lado de Huancabamba, los trazos eran grises, del color de las montañas, mientras que alrededor de Jaén a unos cien kilómetros, calculando con el dedo, era un mar verde selvático. Sin embargo, había un pequeño problema, de Huancabamba a Jaén, la ruta amarilla se interrumpía en un pueblo llamado Tabaconas. Después no había indicios de camino.

Después de pagar, salimos del restaurante. Mi hermano se encendió un cigarrillo en la puerta de Jaimitos. Los borrachines desdentados se sentaron en la acera, dejaron de patear la pelota hacía rato, reían de la nada. Nos saludaron medio deformes, con palabras medio muertas, uno de ellos con la botella en la mano. Aguardiente. ¡Hey!

-¿Jefecito, es posible ir a Jaén desde aquí?-, le preguntamos a un policía.
-Pregúntele a mi colega –dijo serio sin querernos ayudar. Al parecer no sabía nada sobre la ruta.

Esperamos al colega más de quince minutos. Afuera del puesto policial dormitaba un perro negro, inconsciente.

-¿Hay camino a Jaén desde aquí, señor? –el colega apareció dos minutos después sonriente.

Su oficina era un cubículo diminuto pintado de un verde claro con la insignia de la policía nacional y dos escritorios con máquinas de escribir remington.

-Sí, claro -nos dijo alegre-. En el mercado hay camiones que salen tempranito.

martes, julio 30, 2013

Santuario

Seguimos leyendo a William Faulkner. Esta vez Santuario (1929), una novela que le llevó a la fama, por la descripción escabrosa de unos personajes corrompidos por su propia sombra, sumidos en un mundo gobernado por los contrabandistas de whisky, gángsters, dueñas de prostíbulos, estudiantes dedicados a la bebida, y de gobernantes acostumbrados a las triquiñuelas del dinero debajo de la manga. Sin embargo, a Faulkner nunca le gustó esa novela, sintió por ella una aversión total durante toda su vida hasta el punto que volvió a editarla. ¿Por qué? Un excelente análisis de Ferrán Benito en el blog Un libro abierto, explica no sólo por qué su autor odió su propia obra maestra, sino también su insuperable técnica narrativa y su dantesco argumento, el triunfo del mal sobre el bien. 

"Es bien conocida la aversión que William Faulkner sintió a lo largo de su vida hacia la novela Santuario, que veía como una traición a sus principios artísticos y como la más lamentable tacha de su extensa carrera literaria. Faulkner redactó esta obra en el año 1929, según su propio testimonio, con el objetivo de 'ganar algo de dinero' ---seguir leyendo---

Los silencios de Faulkner a lo largo de sus relatos son para mí la genialidad del autor, además de la combinación de situaciones en un capítulo y otro que llevan a enredar al lector dentro de la telaraña de la historia. Hasta en el último capítulo sigue presentándonos nuevos personajes, como la madre y la abuela piromaniaca de Popeye, el gángster, que muere consumida por su propio fuego. Además de la escabrosa descripción de la violación a la adolescente Temple Drake, con una mazorca de maíz. 

Una vez más me quedo sin palabras.

jueves, julio 25, 2013

Mientras agonizo


Esta novela me ha causado estupor. Hacía varios años que la tenía oculta entre mis anaqueles, desapercibida entre otros libros que alguna vez leí y no me acuerdo. Y esta vez me dije la voy a leer sí o sí, porque lo había intentado tantas veces pero no pasaba de la página cuatro, una de las obras más importantes de William Faulkner, el título: “Mientras agonizo”.

Addie Bundren es la protagonista de la historia, una profesora de escuela que yace en su lecho de muerte mientras sus cinco hijos preparan su cortejo fúnebre para llevarla al lugar donde desea que le entierren, la ciudad de Jefferson. La familia se dispone a cumplir sus últimas palabras. Salen en una carreta jalada por mulas en dirección a la ciudad y a lo largo del camino experimentan una multitud de peripecias que los lleva al borde de la locura.

Escrita desde los puntos de vista de sus personajes, catorce personajes en cincuenta y nueve diálogos que se intercalan en una historia que va descubriéndose por sí misma, lleva al lector al desasosiego y por momentos al horror. La escena del niño (hijo menor de los Bundren) viendo los buitres volar alerededor del ataúd de su madre es la confrontación más pueril de la infancia. ¿qué hacen esos buitres? ¿qué hacen por la noche? ¿Dónde se meten? Y el descubrimiento del origen de Jewel, otro de los hijos de la protagonista, hijo de una relación extramatrimonial con el cura del pueblo, lleva a uno de los hermanos a incendiar un granero y  al manicomio muerto de la risa.

"La composición de la obra me llevó sólo unas seis semanas en el tiempo libre que me dejaba un empleo de doce horas al día haciendo trabajo manual. sencillamente me imaginé un grupo de personas y las sometí a catástrofes naturales universales... con una motivación simple que le diera dirección a su desarrollo", dice el autor.  

La novela me ha llevado al extremo del aliento como hacía muchas veces no lo hacía una obra literaria (y me ha costado varias páginas para entrar en ella). Escenas duras, macabras, que describen el extremo al que llega una familia para enterrar a su madre muerta. La escena más impactante es la del niño de los Bundren mirando a los buitres volando encima del ataúd de su madre. ¿Una metáfora de la vida?

Sin duda, un libro que vale la pena leer para aquellos que aman la buena literatura.


martes, marzo 16, 2010

La tía Julia

No quiero dejar de pasar la oportunidad de escribir algo relacionado a la famosa tía Julia, de Mario Vargas Llosa. El pasado miércoles 1o de marzo falleció en Santa Cruz de la Sierra en Bolivia a los 83 años de edad y dejó detrás a la persona en vida del entrañable personaje "La tía Julia" de la famosa novela La tía Julia y el escribidor. Las webs hablan poco de ella, y yo quiero decir algo pequeño, quizás mi vida íntima con ella.

Yo nunca conocí a la tía Julia en carne y hueso, pero si a través de sus textos y de lo poco que se habla de ella en los libros y la biografía de Vargas LLosa. Mi pasión por ella, por ese personaje, nació cuando descubrí al escritor y me entró la curiosidad por estudiar su biografía y conocer a detalle su juventud. Allí apareció la tía Julia, aquella mujer encantadora que se enamoró del joven Mario y que le llevó a casarse con él y vivir una de las aventuras más fascinantes de su vida.

La tía Julia existió en la realidad y me cuesta creer que las noticias digan que ha fallecido. Pues sí, hay personajes que existen de verdad. Esta mujer cochabambina fue tía política de Vargas Llosa y vivió una de las historias más extravagantes en la vida de una mujer, el casarse con su sobrino político, diez años menor que ella y de un país distinto. Se casaron a escondidas (pues Mario era menor de edad) en un distrito limeño llamado Grocio Prado, y después de vivir unos años turbulentos en Lima se fueron hacia París. Allí vivieron los primeros años del boom latinoamericano y además se publicó La ciudad y los perros (1962).

Pero mi historia comienza cuando quise saber más sobre Julia y Mario y encontré en la biblioteca de un primo mío el libro Lo que varguitas no dijo (1983) de Julia Urquidi, libro que relata la vida íntima de Julia con Mario en sus años de matrimonio, una respuesta al libro La tía Julia y el escribidor (1977). No sé si la curiosidad femenina (yo creo que sí) me empujó a leer ese libro. Quería encontrar escenas de amor, quizás, y además de aquellas que parecen imposibles, y las encontré, y desde entonces el libro me acompañó hacia todas partes.

Una de las historias de este libro fue con un conocido grupo católico. Al ingresar a la universidad, viví en una casa de monjas que brindaban alojamiento a chicas como yo (que no soy para nada religiosa). Y claro, un día me descubrieron leyendo el libro 'prohibido'. Me lo quitaron y lo botaron a la basura, así como les cuento. La directora del centro me dijo: "Esa basura no la aceptamos en esta casa". Qué ingenua yo, en mi biblioteca tenía también un libro llamado Historia de un deicidio y las monjas no se habían dado cuenta.

Yo ya me había olvidado de la anécdota. Ahora la recuerdo con una sonrisa y esa capacidad que se me da cada vez que recuerdo las cosas extravagantes de mi vida, así como a la tía Julia. Para ella debió ser todo un acontecimiento casarse con Mario y encima tener a toda la familia en su contra: un padre con una pistola amenazándola, casi.

Julia tenía la misma edad que tengo yo ahora. No sé si yo sería capaz de casarme con un sobrino diez años menor que yo. Uno nunca sabe lo que la vida le puede deparar.

Y yo felizmente tenía un segundo libro de la tía Julia, bien guardado en casa. Y está en mi estante de libros. Nunca lo perdí, lo releí varias veces.


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Borro fronteras - Viajo para conocer mi geografía