MUCHAS VECES la literatura es capaz de llevarnos a territorios alejados del nuestro, de hacernos vivir aventuras, de acercarnos a la risa, de envolvernos en su estilo como personajes. Este no es el caso de Emmanuel Carrere (París, 1957) con su novela "De vidas ajenas", que acabo de terminar de leer con cierto mutismo. Este libro al contrario de los que he leído últimamente, nos acerca a la vida cotidiana del ser humano enfrentado con el sufrimiento. La novela gira en torno a dos hechos conmovedores: la muerte de un hijo para sus padres y la muerte de una madre joven para sus hijos.
Yo descubrí a este autor leyendo a Dauphine de Vigan (de quien también escribí un pequeño comentario en este blog). La literatura francesa de nuestros días se acerca a los temas del "yo", a la autobiografía novelada de no-ficción.
Cuando empecé a leer la novela me tomó varias horas entrar en materia. El tsunami que en el 2004 asoló las costas de Srilanka era un mundo cercano para otros, pero lejano para mí. Sin embargo, la voz del autor creó cierta intimidad conmigo (el lector), como si me hablara y me contara con absoluta sinceridad la descripción de los eventos que rodean a la muerte de la hermana de su mujer.
Quizás es la sinceridad del autor en la novela, ese "yo" tan transparente en cada parte del libro, lo que nos hace pensar en otro tipo de novela, sin fabulaciones ni juegos en el estilo. Su estructura es clara. Primero, el relato del tsunami, luego la muerte de Juliette por un cáncer terminal. Pero la voz del autor entra por todas partes y vive de cerca los acontecimientos desarrollando una especie de filosofía alrededor de la muerte. ¿Cuál es el mensaje de este libro? Cada lector interpretará a su forma la lectura. Para mí es esos momentos de felicidad que tiene la vida acompañados también de sufrimiento. Nada es para siempre, nada está escrito. La vida tiene sus caprichos y esta novela de no-ficción los retrata de una forma cruda, con paralelismos y comparaciones.
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