Hace varios días que reviso mi blog pero no me animo a escribir nada, pues he llegado después de un viaje de 16 horas al otro norte del mundo, ese país tan admirado por algunos y criticado por otros, en la mira de las noticias mundiales, con fama de poderoso y desacertado en su política, que poca esperanza da para la paz en el mundo.
Llegué por el norte, Nueva York, después de una larga lista de interrogaciones hecha por un poco inteligente policía holandés. Qué antipático el policía. Yo tuve que correr como un kilómetro de aeropuerto para poder embarcarme en el avión y viene esa jirafa de policía a interrogarme como si fuese yo una delincuente. Me revisaron la maleta, me pidieron mil documentos y me hicieron formar una larga cola para quitarme los zapatos y revisarme al milímetro (¿dónde va a alojarse? ¿con quién va a vivir? ¿por qué está nerviosa?). Evidentemente me tenían que dejar pasar, pues, en este mundo de 'seguridades' aparentes (pues uno no está permitido de llevar peines o cortauñas y cuando sube al avión lo primero que te dan junto a la comida es un servicio de tenedor, cuchara y cuchillo de metal y no de plástico!) uno no sabe qué le va a tocar, quizás estás volando en el avión y te chancas contra un edificio.
Paré en NY pero no me quedé allí, una pena (vi la estatua de la libertad y The Empire State de lejos) y después de un par de horas me fui directo a Chicago, luego en bus a Milwaukee a ver a la familia que siempre me acoge con tanto cariño (mil gracias por todo!). Volví a reencontrarme con pedazos de historias del pasado: los paseos que hicimos con mi padre y mi madre, mi tiempo en el colegio, la subida al Sears Tower!
Felizmente traje el sol, días antes hubo una tormenta de nieve y de viento, llegué con un catarro de los mil diablos que ya curé, pero traje el sol de Holanda que calentó unos 22 grados, suficiente para disfrutar del Lago de Michigan y para hacer parrilladas. El Lago Michigan que parece mar, impresionante! conecta Milwaukee (estado de Wisconsin) con Canadá. Parece increíble estar allí y no contemplar la otra orilla !
Ahora estoy aquí escribiendo estas líneas después de cinco días de paseos, parrilladas, visitas, reencuentros con la familia y las calles, los rostros, el colegio, que alguna vez perteneció a mi pasado, cuando tenía quince años de edad, y ahora los veo en el presente, con sus años, sus experiencias, con un corazón muy grande. No me quiero ir, quisiera quedarme aquí para siempre. Pero la Groenesteeg reclama mi presencia (también la extraño, es verdad!), pero quién sabe si algún día me vea por aquí recorriendo la vida borrando fronteras.
Es grato venir a pesar de las noticias que todos conocemos... Antes de mi partida me dijeron: "EEUU ese país de gente superficial", "uy, el Bush de la guerra", "esos que se creen la última pepsicola del mundo", etcétera.
Uno no debe juzgar por un puñado de personas a toda la población de un país. Las cosas no son tan fáciles aquí tampoco. Siempre hay pros y contras en todas partes. Antes de juzgar mirémonos a nosotros mismos y sigamos adelante con nuestros sueños, no sin antes darle la oportunidad a otros para poder ser, para poder hacer algún bien con sus/nuestras vidas.
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