¿Qué decir ahora en tiempo de confinamiento? ¿que esta computadora que ven aquí trabajará más de la cuenta (es lo que deseo) o descansará? ¿Que invierto mi tiempo entre los papeles regados en el escritorio y en revisar los colgados de la pared? Miren la fotografía de aquella passiflora peduncularis de pétalos blancos y estambres jugosos que me cuida y me hace recordar lo hermosa que es la naturaleza, y la lámpara que parece un zancudo mirando desde arriba a un reloj rojo que me da cuerda en el tiempo. Este es mi lugar de trabajo, y así como todos los lugares idealizados en las agujas de mi cronómetro, tiene un background con libros y una vista espectacular de la calle de los zancudos. Sí, mi calle se llama así La calle de los zancudos porque transita al lado de un río Roer en el que los veranos es nido de insectos y, además, de hurones que visitan por las noches mi jardín. Mi confinamiento no me hace daño, estoy en una situación privilegiada, pero necesito salir a dar un paseo cada día para no hundirme en el inoportuno amodorramiento.
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