viernes, junio 20, 2008

Liliput, la Luz y el águila

A esta altura de la vida creo aún no ser capaz de decir qué es el amor. Aquella palabra, el amor, es demasiado grande como para decir que la conozco. Pienso que necesitamos una vida entera para comprenderla y experimentarla a totalidad.

El amor llega desde el momento que somos procreados, o eso creemos, yo por lo menos lo creo. Sin embargo, desde que salimos del vientre de nuestra madre llorando ante el mundo, estamos en busca de amor en todas partes, con los ojos abiertos, los brazos extendidos, el corazón en la mano, entregados.

Amor es una conexión con la tierra, el lugar donde estamos pisando volaando.


Les regalo este cuento :



Si conocieran su historia. Ella buscó el amor en todas partes. No sólo el amor de pareja sino también el amor de maestro desde sus primeros anos de vida. Había perdido tempranamente a su padre, también a su hermano, a toda su familia, y se dedicó a errar por pueblos y ciudades en busca de alguien que le dijera éste es el camino.

Una tarde se encontró con un gordito que parecía buena gente. Ella pensó, éste es el maestro. Se llamaba Liliput, era redondo, un poco fe-ete. Ella le preguntó si la podía guiar por ese sendero desierto que veía desde la montana. Él le dijo que sí, que él era el maestro.

Ella lo siguió por un camino recto hacia un bosque de rocas. Al principio fue un hermano que la llevó de la mano arriba abajo, los dos se comprendían muy bien, los dos se admiraban, ella estaba orgullosa de contar para él.

Una manyana el regordete le puso de pronto una roca en el camino. Ella no entendió por qué. Pasó por un lado esquivándola y siguió caminando. A la siguiente manyana le puso un tronco de cien anyos de antiguedad, ella trepó por encima, pudo ver al otro lado y continuó el camino.

Una noche, Liliput le dijo: "ven confía en mí, vamos a esa cueva". Ellos entraron a la cueva, se sentaron sobre una roca peuqena y Liliput la empezó a tocar: "cuándo has perdido la virginidad?", le preguntó. Ella le dijo que no la toque, que era virgen, pero él no le creyó. Ella le dio un golpe suave en la cabeza y salió corriendo por el mismo camino que habían recorrido. Felizmente Liliput no la siguió.

Ella caminó.

A los pocos días, después de deambular sola, encontró un cruce y siguió otro sendero. Allí en medio de la bruma había una casa roja con una luz tenue. Había una mujer que sostenía una vela en las manos. Le dijo que entre, que pase a la sala de la casa, que la iba a ayudar. Ella pensó, la chica, que ella podía ser su guía y le puso a la mujer un nombre : Luz.

El primer día recibió una suculenta cena, sin embargo la historia se volvió opaca al poco tiempo. Primero fue una cachetada, luego un rodillazo, finalmente le escupió... "qué pasa aquí?". Lo mejor era irse lejos, buscar otro lugar, sin embargo la mujer no la dejó salir. A la chica no le quedó otra cosa que hacerse fuerte, muy fuerte, aguantar los golpes hasta hacerse tan fuerte para ser capaz de salir de allí.

Todas las mananas, Luz le tiraba golpes y le hacía sentirse siempre siempre culpable: "repite: soy culpable de lo que soy". Y la chica repetía sin creer realmente en lo que decía, sólo pensaba en endurecerse y salir de allí: "soy culpable de lo que soy".

Una tarde un águila se posó en la ventana de la casa. Era grande, de cabeza blanca, con el cuerpo azul. La chica sintió curiosidad. Un día que Luz se fue al campo ella aprovechó para hablar con el águila. El águila no le dijo nada, la miró con timidez, asustada, pero no se fue volando. El águila hablaba en un idioma incomprensible. Su mirada, la mirada, la clavó. Al poco rato, llegó Luz.

Durante días y noches el águila estuvo parada frente a la ventana de la casa. Durante noches durmió allí. Ella se limpiaba las alas, las extendía, también se rascaba el pecho como esperando a que la chica saliera de allí.

Una manana Luz empezó a encontrar los errores en el trabajo de la chica. Después de meterle el latigazo (masoquista la mujer) , ambas discutieron y la terminó empujando. La chica ya era fuerte: se levantó sin problemas y le dijo: "me voy". Luz armó un escándalo. Le gritó (algo propio en ella), tiró sus ropas y le dijo: "fuera de aquí". Luz nunca fue luz, siempre oscuridad...

La chica vagó durante días; durmió en las praderas, en las estepas, encima de las rocas peladas, sola. Una manana al abrir los ojos, vio al águila volar sobre ella. La había estado siguiendo desde que abandonó la casa. La habría visto antes? El águila le empezó a hablar y ella a entender su lenguaje. Le dio un libro con frases en un idioma desaparecido, también herramientas para de-glosarlo. Cada morfema tenía un significado. Cada letra un símbolo. Y los ojos del animal, la mirada aquella, era de pasión.

Con el libro en la mano, la chica continuó de errabunda por el camino, la pampa, la estepa, la montana, atravesando lagos, trepando nevados, yendo hacia el sur ... El águila iba y venía con agua, alimentos, no se veían muchas veces, pero aquellas eran las mejores veces, ambas sobrevivían sin estar juntas, sin absorverse el uno sobre el otro.

El camino empezó a poblarse de caras, jardines, calles y plazas... Ambos viajaron hacia los hielos patagónicos. Al poco tiempo inauguraron un pueblo. La gente empezó a hablar su idioma. El libro cobró significado. Por fin la chica se vio envuelta en una llama de fuego.

3 comentarios:

Pierina Riofrío dijo...

No sé si era una careta, pero siempre que veía a esa chica caminando apurada por los pasillos del campus, me parecía que era una chica fuerte, aguerrida. Aún no había caído en los engaños de Liliput ni había conocido la máscara de Luz. Mal que bien, ellos la ayudaron a ser más fuerte o, en todo caso, a hacer de esa careta una verdad absoluta en su vida.

Unknown dijo...

Baby, ese liliput y doña luz le enseñaron a que el maestro no es alguien que se busca. Todos somos maestros los unos de los otros, a veces malos a veces buenos. Esta en uno saber que el mejor maestro es aquel que no lo dice y solo te enseña sin esperar nada a cambio.

Mamá de 2 dijo...

Y amas al águila porque no se apropia de ti, ni tú de ella. Es la forma más bonita y desprendida de amar...

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