Estoy sentada en el tren, nuevamente de un lugar a otro, abarcando la distancia que hay entre el norte y el sur. El tiempo. Ya no lo conozco, tampoco el espacio. Me siento al lado de una ventana a contemplar el paisaje de invierno. Veo campos de cultivo, granjas medio abandonadas, caballos pastando a menos dos grados bajo cero. Pienso que viajar es abrir espacios en la cronología del tiempo, silencios que dividen escenas. Y ahora viajo, vuelvo al movimiento, por pocos días, pero la misma sensación siempre. De viajar, de andar, de dividir los días, las semanas, en capítulos.
Horas después. Acabo de escuchar el accidente de un tren en la pantalla de TV en mi casa. Un tren de pasajeros a cien kilómetros por hora contra otro tren de carga. ¿Los muertos? Hoy las noticias no vuelan en internet. Es domingo. Internet también necesita treguas. Escucho que dicen diez. En Alemania.
Horas después. Acabo de escuchar el accidente de un tren en la pantalla de TV en mi casa. Un tren de pasajeros a cien kilómetros por hora contra otro tren de carga. ¿Los muertos? Hoy las noticias no vuelan en internet. Es domingo. Internet también necesita treguas. Escucho que dicen diez. En Alemania.