lunes, enero 25, 2010

El viaje como fantasía

Hace mucho frío hoy. Miro a través de mi ventana y veo la panza de burro del cielo. Congelarme es parte de mi mañana. Tengo dispuestas las horas para dedicarme a escribir y estar presente frente a este escritorio.

Hace poco comentaba con un amigo el tema del viaje. ¿Qué es viajar?, comentábamos en el auto mientras regresábamos por una carretera belga hacia Holanda.

El viaje es en un principio una fantasía. Antes de trasladarnos hacia algún lugar, se fantasea, se imagina, se crean un romanticismo con el sitio que vamos a visitar. Por ejemplo, Machu Picchu, Angkor Wat, La Alhambra son lugares que a partir de una fotografía nos desvían por los senderos desconocidos de la imaginación. Alain de Botton le llama "la anticipación del viaje". Nosotros no sabemos cómo es el lugar antes de llegar a él, simplemente romantizamos.

Después cuando uno visita el lugar que tanto fantaseó en su anticipación al viaje, se topa con la realidad. En ese momento uno sabe cómo se ve Machu Picchu, Angkor Wat o La Alhambra. Uno lo ve con sus propios ojos. Depende de la experiencia del viajero en ese momento. Si la experiencia es buena "idealizamos" el lugar y después queremos volver al sitio con amigos o seres queridos para mostrarles lo que hemos visto. No es sólo fantasía, también la idealización de la experiencia, un sentimiento que nos empuja a viajar en algunos casos por segunda vez al mismo lugar, otras a seguir soñando.

La experiencia del viaje es por tanto un producto de la imaginación y después de la idealización. Aunque la idealización pueda también ser primera.

miércoles, enero 20, 2010

La vida gobernada por una tortilla mexicana


A veces, cuando a uno le toca trabajar para ganar dinero y encima en un lugar donde la gente grita y muere por una tortilla mexicana, tenemos que hacerlo. de vida o muerte. Aguantar a los veteranos tortilleros, o mejor dicho tortilleras, y a los principiantes que se quieren hacer veteranos, rápidos.

Llegué allí un martes por la noche. Aquella mañana cogí el teléfono y escuché al otro lado del auricular: "¿Quieres trabajar de tortillera mexicana en una fábrica de tortillas ?" POr qué no. Y aparecí allí con mis cinco sentidos puestos en la literatura de viajes (figúrense, en una fábrica), dispuesta a recoger historias de aventura en una fábrica de tortillas mexicanas.

martes, enero 19, 2010

El Danubio


"...viajaríamos libres, despreocupados de la vida, liberados de cualquier obligación y de cualquier función, en aquel misterioso territorio anárquico y feliz en el que sólo se posa el pie cuando se ha abandonado el escenario, sea el que fuere" (Magris, El Danubio, 54)

martes, enero 12, 2010

Milk of sorrow


Como una de las tantas cosas que representan al Perú, y en el esfuerzo por publicitar su imagen en el extranjero, la película peruana La teta asustada ha llegado como finalista al Óscar. No estoy segura si ya puede participar en la gala de marzo o finales de febrero, pero por lo menos está de favorito entre los finalistas. Como dice la Revista Viajeros de Perú, los premios Óscar dan el premio no a la película sino al país. Sería una gran motivación para los peruanos ver esta película ganar un premio de película.

El título de la película fue traducida al inglés como "Milk of Sorrow".

lunes, enero 11, 2010

Historia de Marcos Luk'aña, un andino en los Países Bajos



Muchas veces tengo la cabeza llenas de historias que contar pero por falta de tiempo no las cuento. Esta última semana anduve demasiado ocupada con un trabajo aliterario que tengo, proyectos doctorales en mente y además visitas a familiares y amigos. Y el temporal de nieve que me pone en pausa.

Pero las historias llegan a nuestras manos. Y la que comparto hoy es una de esas historias que me encontré hace algunos años en Leiden. La historia de un muchacho peruano adoptado por holandeses, Marcos Lukaña Champi (su nombre peruano). Me lo encontré en el programa de Estudios Latinoamericanos, allí donde hice una maestría en literatura hispanoamericana, estudiando el español y el quechua. Marcos todavía no había ido al Perú, o creo que sí fue al Perú pero por corto tiempo, y estaba en busca de su familia de sangre, su 'verdadera' familia.

El tiempo pasó. Siempre me lo encontraba en la universidad, creo que él no me creía tan peruana por mi cara de holandesa, pero siempre que pudimos, que fueron pocas, tomamos un café y conversamos en el camino entre la facultad de letras y la biblioteca, hasta que un día me dijo que ya no estudiaba en Leiden, que no había aprobado el español pero sí el quechua, y tenía que irse de la universidad.

domingo, enero 03, 2010

Viaje al interior


La relación que uno tiene con los libros es alucinante. Un texto lleva a otro texto, al modo de Borges, quien cita libros en sus libros. Una referencia que en otras palabras conduce activamente al lector de una lectura a otra, o de una biblioteca a otra. Siempre tengo la misma sensación cuando leo a Enrique Vila-Matas. Este autor catalán cita siempre un libro sobre otro libro, como si se tratase de un ejercicio diario sobre la mesa.

Acabo de terminar de leer un artículo suyo en el Babelia, suplemento cultural del diario El País, del último sábado. Su artículo llamado "El viaje alrededor" cuenta la historia de Xavier de Maistre, un conde que escribió un libro llamado El viaje interior a raíz de un encierro de 42 días en una habitación en la ciudad de Turín.

Xavier de Maistre fue confinado después de un duelo, a 42 días de encierro en Turín y en esos 42 días escribió un libro. El libro es una exploración al inconsciente. Describe el viaje de la mente en el interior de una habitación. Desde el vuelo de una mosca, hasta dónde lleven infinitamente las ideas "al modo del cazador que persigue la pieza sin seguir un determinado camino". Vila-Matas le llama un innovador; un recorrido por la inmovilidad.

A propósito del tema, hace algunos años leí un libro llamado The Art of Travel, de Alain de Botton, libro que recomiendo a todos aquellos involucrados en las historias y en los viajes. Aunque no sea mencionado por Vila-Matas, pues en este libro aparece un capítulo dedicado a Maistre, The Art of Travel habla sobre los diferentes motivos del traslado, sean estos por curiosidad, por exotismo, por descubrimiento. También menciona el viaje sin movimiento, es decir, el viaje que realiza Maistre en su habitación, una perspectiva completamente distinta, que rompe esquemas, sobre el arte de viajar. He aquí la base de la filosofía de Xavier de Maistre.

"Por eso cuando viajo por mi cuarto difícilmente sigo una línea recta"

Y la completo con una frase de Lao Tse:

"Sin salir de la puerta se conoce el mundo /
Sin mirar por la ventana se ven los caminos del cielo /
Cuanto más lejos se sale, menos se aprende"

(Viaje alrededor de mi habitación. Xavier de Maitre. Funambulista. Madrid, 2007)

viernes, enero 01, 2010

El Dakar en bicicleta

Esta es la historia del famoso París Dakar, no a motor sino en bicicleta

1. La cosa era muy simple. Para llegar a Dakar había que pedalear siete mil doscientos kilómetros en bicicleta en diez semanas. Trepar numerosas montañas entre Francia y España. Cruzar La Mancha y los pueblos de Andalucía. Coger un bote en el Estrecho de Gibraltar. Atravesar el desierto del Sahara. Todo esto en setenta días con sus setenta noches, durmiendo en una carpa, comiendo nuestra propia comida, pedaleando en dirección al sur, viendo cómo los paisajes y las realidades cambian entre Europa y África. Dos continentes separados por una pequeña porción de mar que a la vez son tan distantes en el tiempo.

El París Dakar en bicicleta es dos veces más largo que el Tour de France. Es una competencia, pero también un reto para ciclistas no profesionales. En esta tercera edición del ‘rally’ participamos ciclistas de varias partes del mundo: Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Inglaterra, Alemania, Francia, Suiza, Australia, Nueva Zelanda, República Checa. Y como único país sudamericano, el Perú. Todos con el mismo propósito: llegar a Dakar, la capital de Senegal.

El viaje empezó en París bajo la Torre Eiffel un domingo seis de setiembre. Pedaleamos cien kilómetros por día en los paisajes franceses, por pueblos pequeños de nombre medieval. Después de descansar dos días en Le Puy y Carcassone, entramos a Andorra, un país diminuto en el mapa europeo, entre Francia y España. Hasta entonces, en nuestras dos primeras semanas de pedaleo, tuvimos mucha suerte con el tiempo, pero cuando empezamos a trepar los Pirineos hacia uno de sus puntos más altos, el Port D’Envalira a 2,408 m.s.n.m., las inclemencias del clima nos tomaron por sorpresa. Sol, lluvia, nieve, cuatro estaciones en un solo día en la punta de la montaña. El descenso fue el momento más difícil, terminamos congelados de las manos a los pies. Aquella noche hizo cero grados y la lluvia no cesó hasta el amanecer.

Los días en España, por las regiones de Cataluña, Aragón y La Mancha fueron los más bellos del tour. Los paisajes españoles tienen una variedad única. Atravesamos Parques Ncionales, bosques de pinos y también de piedras, cruzamos las pampas y pasamos por pueblitos con nombres de apellidos, Albarracín, Alarcón. Pueblos que en la antiguedad fueron castillos montados sobre la montaña.

Las etapas europeas de El Dakar en bicicleta terminaron en Algeciras, junto al Estrecho de Gibraltar. Antes de subirnos al ferry que nos conduciría al África, celebramos nuestra hazaña. Éramos concientes de que el Dakar en bicicleta era mucho más largo que el famoso Dakar a motores. Nosotros sí habíamos recorrido todos los kilómetros desde París, cosa que el rally automovilístico no hace. Aproximadamente unos tres mil kilómetros desde París hasta Gibraltar. El África nos esperaba con todo su misterio. Países como Marruecos, el Sahara Occidental, Mauritania y Senegal todavía estaban por ser descubiertos. Cuatro mil kilómetros más sobre la arena. Para muchos de nosotros sería la primera vez en el continente africano.

2. Marruecos, un país árabe que contrario a cómo yo lo imaginaba tiene montañas de más de cuatro mil metros de altura. Sus paisajes son secos y variados. Sus costas están adornadas con palmeras, y la ruta al interior del país, en asfalto, lleva hacia campos sembrados de tunales, eucaliptos, pinos y acacias. Nosotros nos dirigimos a Fés y Marrakech por una carretera que cruza El Atlas, una cadena de montañas que divide al país en norte y sur, y que nos conduce al Sahara.

¿Qué puedo decir de Marruecos?

Al principio fue un choque cultural. Sus costumbres son diferentes a las nuestras. Las cafeterías en las ciudades estaban pobladas de hombres –ninguna mujer- tomando el té de la tarde, sentados en las terrazas mirando a la gente pasar, como si se tratara de un evento social. Las mujeres, pocas, paseaban por otro lado con sus niños, vestidas de la cabeza a los pies con sus burkas, apenas dejando percibir sus rostros. Y las mezquitas, siempre imponentes en las ciudades, comoen nuestros paíseslas iglesias, transmitían sus rezos hacia la meca cinco veces al día, por un parlante de radio que se escuchaba en todas las comunidades como alarma de bomberos.

Marruecos un país que nos sorprendió por el cariño de su gente y que nos sirvió para fortalecernos como ciclistas. Las rutas trepaban por El Atlas y de vez en cuando se acercaban a ciertas partes del desierto, preparándonos para lo más difícil, El Sahara. Una región que tardaríamos varias semanas en recorrer y que serviría de antesala para El Sahara Occidental y un país más lejano en el continente africano, la República Islamítica de Mauritania.

3. Cruzar el Sahara en bicicleta es uno de los retos más duros del París Dakar. Las imágenes de los primeros rallíes automovilísticos lo muestran muy bien, coches en la arena intentando vencer el desierto. Para nosotros, los ciclistas, cruzar El Sahara fue mucho más que vencer el desierto. Las dificultades aparecieron cuando nos dimos cuenta que la carretera era una línea recta hacia el horizonte y no quedaba más que pedalear mirando el mismo paisaje bajo un sol que algunas veces alcanzó los cincuenta grados de calor.

Nuestro primer encuentro con el Sahara fue en aquella región conocida como El Sahara Occidental. No es un país, es una región que alguna vez se llamó La Sahara Española. En esta parte de la ruta pedaleamos cientocuarenta kilómetros por día a lo largo de un acantilado al lado del Océano Atlántico, que me hacía recordar a las costas del sur del Perú. Nuestro objetivo –que logramos conquistar- fue llegar en siete días a Dakhla, una península al sur de la región, y en diez días ingresar a las tierras de Mauritania, donde nos esperaban varias noches de campamento.

Días antes de llegar a la frontera con Mautirania nos topamos con carteles que decían “!Territorio minado!”. Y con esqueletos de automóviles que en primera instancia habían explotado por las minas, y en segunda habían sido desmantelados por los pobladores del lugar para construir sus casas. Ingresar a Mauritania fue entrar a un territorio que parecía estar en estado de guerra, pues el gobierno no vela por la seguridad de su país y permite a grupos subersivos –entre ellos Al Qaeda- ingresar a sus fronteras.

Para muchos de los ciclistas, Mauritania fue uno de los lugares más impactantes en la ruta. En los cinco días que dormimos en su territorio vimos el tren más largo del mundo, de tres kilómetros de largo con sus 189 vagones pasar al lado de nuestro campamento. Dormimos en medio de una tormenta de arena sobre unas dunas de cinco metros altura. Observamos las más espectaculares salidas del sol (y además puestas de sol, incluyendo la luna), y pedaleamos con camellos a lo largo del camino. Esta empezaba a ser el África que nos imaginábamos, un África mezcla de colores y de culturas, entre lo arcaico y lo moderno, en donde se escuchaba música árabe y negra, la antesala de lo que nos esperaba: Senegal.

Los últimos días en Mauritania fueron un cambio drástico en la temperatura y el paisaje. Bosques de algarrobos y acacias, pueblitos a lo largo del camino, incluido un parque nacional. Nuestra última noche , antes de cruzar la frontera a Senegal, dormimos en medio de unos pantanos, entre aves y mosquitos. Al día siguiente mientras pedaleábamos sobre una trocha a lo largo de un dique, un grupo de jabalíes salvajes apareció delante de nosotros en busca de un refugio, y al pasar al lado de una laguna, un grupo de aproximadamente doscientos flamingos rosados alzaron vuelo.

4. La frontera de Mauritania y Senegal está dividida por un río llamado como el país, Senegal. Después de varias horas en la frontera esperando a que las autoridades de ambos países transcribieran nuestros nombres en un cuaderno, pues tienen dificultad para hacerlo porque su alfabeto no es el mismo que el nuestro, llegamos a la ciudad de Saint Louis.

Esta ciudad que antiguamente fue el centro colonial francés en la región parece detenida en el tiempo. Un puente de hierro diseñado por Eiffel conduce a una isla que es el centro de la ciudad. Numerosos edificios antiguos ahora son parte del gobierno, en medio de calles descuidadas pobladas de gente, automóviles y vacas y cabras, que se pasean en la ciudad como en el campo, pesadores en sus carretillas transportando pescado, y un mercado metros más allá Una mezcla de realidades y de gente, como si retrocediéramos en el tiempo.

En Senegal empieza el África negra, es un país que sufrió los tiempos de la esclavitud, Muchos de sus ascendientes migraron a América del norte y del sur, incluido el Perú, a realizar trabajos forzados. Aqui se escucha la musica negra por todas partes.

Lo que más me sorprende al pedalear por las carreteras de Senegal es la cantidad de niños que hay en los pueblos. Todos ellos aparecen de todas partes corriendo y gritando al vernos pasar: “Un cadeaux, un cadeaux”, en francés, nos piden, con la ilusión de un regalo para ellos. Un niño corre detrás de mí con la foto de Obama, el presidente de Estados Unidos, en un t-shirt, como si fuera el héroe de los senegaleses.

Los pocos días que nos quedan en Senegal tenemos un doble sentimiento. Por un lado queremos llegar a Dakar, porque estamos cansados, claro está, y por el otro sabemos que la aventura va a terminar y que el grupo se separará de un momento a otro. Setenta días con sus setenta noches es suficiente para convertirse en casi una familia, con miles de historias acumuladas durantes siete mil doscientos kilómetros.

Un sábado catorce de noviembre llegamos a Dakar entre risas y llanto. De los treinta ciclistas sobrevivieron veinticuatro, y todos en buen estado físico y de salud. Hubo un lugar en el podio para los más rápidos del tour, dos suizos, Eric y David, y un belga, Dirk, que defendieron su puesto hasta el final. Pero los grandes ganadores fuimos todos nosotros, el grupo, que conseguimos conquitar las carreteras europeas y africanas en diez semanas, y que a pesar de la dificultad allí estuvimos pedaleando día a día sobre el asfalto hacia la punta más occidental del África, la mítica ciudad Dakar.

Este viaje fue organizado por la empresa Bike Dreams. Para más información o interés consulte la página web www.bike-dreams.com

Artículo publicado en la revista Somos, del Diario El Comercio, Perú.

Artículo publicado en la columna virtual de Susana Montesinos en la revista Viajeros, Perú: http://diarioenbicicleta.wordpress.com/

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