martes, mayo 08, 2007

WATERS

Gelredome, Arnhem, 5/5/2007


Puedo decir que este fue uno de mis sueños hechos realidad. Jamás imaginé que conseguiría verlo, menos aún en primera fila y cantar en vivo todas aquellas canciones que me acompañaron desde mi adolescencia. Confieso hoy que fue por simple curiosidad que me metí a escuchar Pink Floyd. Siempre había escuchado hablar del The Wall. Un día compré un cassette de la primera parte del disco en un mercado negro de Arequipa, el Siglo Veinte, y me enamoré. Después me regalaron el disco, más luego empecé a escuchar el Dark Side of the Moon, Animals, PULSE, The final cut, Pipers at the gate of dawn, Saucerful... etc. Y sin querer empecé a cantar todas sus canciones, y analizarlas, y emocionarme con ellas.


The Wall fue el disco que más me impresionó y más aún el compositor, el genio de Pink Floyd, Roger Waters. Una obra maestra. Una obra sinfónica moderna. El sabado 5 de mayo estuvo en Holanda y fui a verlo. Estuve en primera fila cantando y recordando todos los momentos en que llevé a Pink FLoyd en el bolsillo en forma de discman, por las playas de Mejía con mi amigo Claudio, por las calles de Arequipa, con mi primo Mark; en mi cuartito de Santa Isabel con don Pepe Rondón, en la Universidad de Piura, con don Manolo. Recordé a todos aquellos que aprecian esta música y la comparten.


El concierto empezó puntual. Días antes le dije a mi hermano: no importa qué canción toquen, cualquiera, todas son buenas, pero que empiece con In the flesh. Y fue con In the flesh que el concierto empezó. In The flesh forma parte de The Wall: "Is there one smoking a joint ! And the other has spots !".


Nunca en un concierto vi a los músicos cantar con la energía con la que cantaron los músicos de Roger Waters. Este tour que están ofreciendo en el mundo entero lleva más de tres meses en camino. ¿De dónde sacan tantas energías para cantar con tal potencia?


Uno de los discos que más me gustan de Waters como solista es Amused to Death. Cantó Perfect Sense. Qué cancion: "It all makes perfect sense, expressed in dollars and cents, pound chelins and pence!". Sus coristas son fenomenales, aparecieron por primera vez en Dark Side of The Moon.

Nosotros queríamos que cante Dogs, pues Animals es un disco que describe la humanidad. Moríamos por que cantara Dogs o Pigs, sin embargo, Waters llegó con una sorpresa: Sheep, sé que esta canción emocionó más a un amigo que tengo en Barcelona. Cuando uno escucha Pink FLoyd y tiene amigos que también escuchan Pink Floyd, pues, uno termina por conocerlos más de lo que uno imagina, a ambos, al grupo y a la persona o el amigo.
En pleno concierto salio un PIG flotando por los aires. Qué decía: Kafka Rules!

Waters siempre sorprendiendo a su público. Ya es un hombre mayor con la energía que siempre tuvo de antaño. No sú cómo agradecerle aquello que le dio a la humanidad: canciones, música con sentido, composición musical novelada. Gracias Waters por eso !


Antes de terminar el concierto Waters presentó a toda su banda. Salió del escenario y después volvió con su canción más conocida: Another Brick in the Wall. Nadie pudo dejar de cantar. Lo que más me sorprendió fue cómo terminó el concierto. Jamás imaginé que iba a tocarla: Confortably Numb.


Terminado el concierto otra vez a casa. Después de doce horas de espera y de concierto, pues, uno termina cansado. Aquí mi hermano y yo en uno de los mejores espectáculos de nuestras vidas. La próxima vez también iremos. Vayan ustedes, también si puedan.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bueno que hayas podido verlo amiga. Es cierto: un sueño hecho realidad...

Shine on!

Daniel dijo...

Que alucinante articulo hermana!!! inolvidable y el mejor concierto de nuestras vidas! gracias Roger por hacer este sueño realidad!
daniel

Martina dijo...

He vivido contigo cada minuto de ese concierto! se de que hablas prima... Tus fotos estan mas que super!!

Anónimo dijo...

Qué santísima envidia produce tu
relato del concierto. Yo sencillamente me lo perdí,
sufriendo a la distancia. Chachapoyas me dejó con poco
dinero para emprender la aventura, y además las clases
empezaban aquí justamente el día de la presentación.
Por mi parte, debo agradecerte tu insistencia en mi
conocimiento de Pink Floyd, desde las primitivas pero
preciosas canciones de Syd Barret escuchadas en un
rústico walkman por las calles de Pamplona, España,
que ambos conocimos y compartimos, hasta los cds donde
agonizaban los ecos de The saucerful of secrets, uno
de los temas más cósmicos e íntimos al mismo tiempo,
más exclamativos y dolientes también. Desde entonces
emprendí búsquedas y adquisiciones que me han deparado
deslumbramientos así como los complejos placeres de la
melancolía en que se abisman muchos temas de este
grupo inglés. Lo último que he conseguido de ellos ha
sido un documental relativamente reciente sobre la
elaboración del célebre Dark side of the moon, sin
duda una de las obras maestras no solamente de Pink
Floyd o de la música popular, sino de toda la creación
artística sonora del siglo veinte. Pero sin ninguna
exageración. En este disco se cumple, lineal pero
también sinuosamente, el ideal que se vislumbra en las
composiciones de Waters y los suyos: el recorrido
espacial e interior al mismo tiempo, el viaje en una
palabra. Desplazamientos de contextos y estados de
ánimo por medio de las evoluciones que puntúan los
diferentes segmentos de cada álbum pink-floydiano. En
tal sentido, mi segundo disco en preferencia se debate
entre Wish you were here y Meddle (este último en
particular por el extenso pero subyugante Echoes).
Pareciera, en parte al menos, que los Pink Floyd le
pusieron sonoridad a las interiorizaciones de la
conciencia, del mismo modo que Stanley Kubrick le puso
formas y colores al viaje de un astronauta perdido en
el cosmos en su película Odisea del espacio. Por
último, añadiré que un segmento del Dark side of the
moon lo utilizo en las clases de un curso de filosofía
que dicto en la Universidad de Piura sobre la muerte y
el tiempo en la condición humana. Es el track titulado
The great gig in the sky, donde la cantante de jazz
Claire Torry desliza un periplo vocal, sin palabra
alguno, dramático hasta un clímax de desgarro y
desborde que desciende, finalmente, en desmayos de
gemidos y asomos de sollozos. Una proeza que cautivó a
los propios músicos tras la irrefutable evidencia del
resultado. Luego de escuchar la pieza, pido a mis
alumnos que asignen a este recorrido sonoro una
historia o una descripción que justifique la potencia
trágica que dirige la voz de la intérprete. Y se
inicia una conversación que concluye en la percepción
narrativa de los sentimientos, en la idea de que es
contando una historia, trazando una trayectoria en el
tiempo con imágenes o sonidos, que podemos expresar
mejor lo que creemos, pensamos o nos ocurre. El arte
es el órgano de comprensión de la vida, decía Dilthey.
Yo añadiría: el relato es el órgano de intensificación
de la existencia. Y hallazgos como el de Pink Floyd
fundamentan mi convencimiento. Gracias a ti, por ello
mismo.
Te pido, Susi, que incluyas eeste largo comentario
para ti en la página de tu blog de este artículo cuyas
fotografías también me han emocionado.
Un abrazo grande para ti y para tu hermano,
víctor

Anónimo dijo...

Tal vez el mejor concierto de mi vida. Experiencia bella. Mi corazón aún no deja de agitarse con el recuerdo del aquel 12 de marzo. Waters es Dios.

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