Uno de los mejores momentos vividos en estos cinco meses fue mi paseo por Pisac. Me pregunto si aquella sensación de cosquilleo por el ombligo (mi ombligo) es natural. Llegué a la zona religiosa y nunca percibí el color tan dorado de los muros incaicos, y los pórticos y las ventanas. En medio de esta construcción inca, evidemente construida por unos verdaderos arquitectos (que no sé adónde se han ido con ese misterio!), hay una gran piedra llamada el Intiwatana. Qué poderoso lugar! Una roca que sale de la cresta de la montaña en forma de altar. Los incas han sabido construir un perfecto muro alrededor de ella del cual ahora sólo se ve la mitad! Me pregunto: dónde está el resto del muro? Sólo cabe usar la IMAGINACION ! Qué hermoso debió de haber sido en su tiempo, con el sol alumbrando el altar a través de las ventanas incaicas. POr un momento regresé al pasado como si yo hubiese sido parte de. Y recibí la energía del Intiwatana.
Regresé feliz al Cusco. Bajé la montaña de Pisac caminando entre los andenes incaicos (esas terrazas amuralladas). Estuve tan feliz que no me di cuenta de la insolación. El sol me encendió en la cara. Hasta ahora sigo iluminada.
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