domingo, septiembre 18, 2016
GFP y la Iglesia de San Sebastián: ¿En dónde estamos?
Me sorprende esta última semana cómo algunos periodistas peruanos -que yo suelo seguir por varios medios y que siempre han merecido mi respeto- se hayan 'encantado' por una noticia de "acoso sexual". Admiro que todos ellos se hayan unido para defender a su compañero Gustavo Faverón Patriau, a quien solía seguir en facebook. Sin embargo, no tolero que estos periodistas se dediquen solamente a hablar de ello por los medios, y a hacer un análisis de varios párrafos de por qué GFP fue denunciado por "acoso sexual", además, de su repentina salida de facebook, medio en el que publicaba regularmente sus agrias opiniones. A mí me importa poco la vida íntima y sexual del señor Faverón. ¿Acaso no hay hechos en el Perú que sean más importantes que hablar sobre él?
No tengo nada en contra de GFP. Siempre lo sigo por facebook, leo sus columnas. Me parece una de las personas más lúcidas de mi generación, sus opiniones y críticas respecto a la política de mi país son acertadas el 80% de las veces. Sin embargo, aquel hecho: "el acoso sexual", que claro, se usa como comidilla en los medios de información, vende, pues, vende, o hace a los amigos periodistas más cómplices; se ha convertido en la aburrida 'crónica' del facebook, de la prensa escrita, y no sé si la TV. Lo que me molesta de esto es que se olvide lo verdaderamente importante. Y que aquellos periodistas que consideraba de alguna manera mis 'informantes' sobre lo que pasa en el Perú, parecen ahora (sin ofenderlos a ellos) un grupo de chismosos de la prensa amarilla.
No quiero caer como moralista, sólo que ayer llegó a los medios -incluídos los holandeses, país en el que vivo- la noticia del incendio de la Iglesia de San Sebastián en el Cusco. El 80% del patrimonio de esa iglesia, incluidos retratos de la Escuela Cusqueña, están hechos cenizas. Era una de las iglesias más emblemáticas del barroco. Era además Patrimonio Cultural de la Nación desde 1972. Una de esas iglesias que nadie debía perderse en visitarla a su paso por la capital de los Incas.
Es lamentable. Es triste. Es chocante.
Y casi nadie lo comenta, pero sí el acoso sexual del señor Faverón.
Aquí vemos cómo se tergiversa la realidad: lo más importante es borrado del mapa por lo que vende, atrae la curiosidad y hasta el espíritu sadomasoquista de la gente. Aquello que vende opaca el arte, la historia, la arqueología, la literatura, la cultura de las ideas y los valores. Estamos en crisis, sí. En una crisis fatal, queremos mantenernos distraídos por los medios, ser entretenidos por cualquier cosa con tal de que se nos pase el tiempo, y al parecer todos caen en el juego de este espectáculo.
Susana Montesinos (2016)
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