Yo nunca conocí a la tía Julia en carne y hueso, pero si a través de sus textos y de lo poco que se habla de ella en los libros y la biografía de Vargas LLosa. Mi pasión por ella, por ese personaje, nació cuando descubrí al escritor y me entró la curiosidad por estudiar su biografía y conocer a detalle su juventud. Allí apareció la tía Julia, aquella mujer encantadora que se enamoró del joven Mario y que le llevó a casarse con él y vivir una de las aventuras más fascinantes de su vida.
La tía Julia existió en la realidad y me cuesta creer que las noticias digan que ha fallecido. Pues sí, hay personajes que existen de verdad. Esta mujer cochabambina fue tía política de Vargas Llosa y vivió una de las historias más extravagantes en la vida de una mujer, el casarse con su sobrino político, diez años menor que ella y de un país distinto. Se casaron a escondidas (pues Mario era menor de edad) en un distrito limeño llamado Grocio Prado, y después de vivir unos años turbulentos en Lima se fueron hacia París. Allí vivieron los primeros años del boom latinoamericano y además se publicó La ciudad y los perros (1962).
Pero mi historia comienza cuando quise saber más sobre Julia y Mario y encontré en la biblioteca de un primo mío el libro Lo que varguitas no dijo (1983) de Julia Urquidi, libro que relata la vida íntima de Julia con Mario en sus años de matrimonio, una respuesta al libro La tía Julia y el escribidor (1977). No sé si la curiosidad femenina (yo creo que sí) me empujó a leer ese libro. Quería encontrar escenas de amor, quizás, y además de aquellas que parecen imposibles, y las encontré, y desde entonces el libro me acompañó hacia todas partes.
Una de las historias de este libro fue con un conocido grupo católico. Al ingresar a la universidad, viví en una casa de monjas que brindaban alojamiento a chicas como yo (que no soy para nada religiosa). Y claro, un día me descubrieron leyendo el libro 'prohibido'. Me lo quitaron y lo botaron a la basura, así como les cuento. La directora del centro me dijo: "Esa basura no la aceptamos en esta casa". Qué ingenua yo, en mi biblioteca tenía también un libro llamado Historia de un deicidio y las monjas no se habían dado cuenta.
Yo ya me había olvidado de la anécdota. Ahora la recuerdo con una sonrisa y esa capacidad que se me da cada vez que recuerdo las cosas extravagantes de mi vida, así como a la tía Julia. Para ella debió ser todo un acontecimiento casarse con Mario y encima tener a toda la familia en su contra: un padre con una pistola amenazándola, casi.
Julia tenía la misma edad que tengo yo ahora. No sé si yo sería capaz de casarme con un sobrino diez años menor que yo. Uno nunca sabe lo que la vida le puede deparar.
Y yo felizmente tenía un segundo libro de la tía Julia, bien guardado en casa. Y está en mi estante de libros. Nunca lo perdí, lo releí varias veces.