I
y de pronto el cielo se cubrió de nimboestratos esponjosos y grises, de aquellos que podrías tocar con los dedos, y salieron las moscas de los campos de cultivo, los jardines, el estiércol de vaca a invadir cocinas, patios, baños, lechos matrimoniales, cortinas, lámparas, cubrecamas, y heme aquí con un matamoscas lista para la lucha !
II
y ese mismo día, la batalla terminó: cuarenta y cinco moscas con las patas arriba sobre el piso naranja de la sala. La lucha había sido cruel, ellas intentaban escaparse del golpe, habían varias que tomaban la merienda, otras que volaban en círculos, algunas hacían el amor sobre los sofás, unas se dedicaban a rescatar a las otras, mientras que las más ávidas se hacían las muertas. Al final de la noche la casa era un matadero. y el matamoscas un baño de sangre.
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