Y así se pasa el tiempo y uno no publica nada en su página de blogger, pero aquí tengo algo para ustedes un día domingo como hoy que llueve a cántaros en mi ciudad y que me tiene enclaustrada bajo la luz de una lámpara leyendo un libro llamado Limonov. Mi anotación de la semana.
"Maleantes o artistas, Eduard piensa que ninguno de los que han transformado al fundidor Savienko en el poeta Limónov tiene ya nada que enseñarle. Los considera a todos unos fracasados y no se priva de decírselo. En uno de los libros sobre su juventud que más tarde escribió en París, cuenta con su honestidad habitual una conversación con una amiga que, con delicadeza y un poco de tristeza, le dice que esta forma de dividir el mundo en fracasados y no fracasados es algo inmaduro y sobre todo un modo de ser siempre infeliz. '¿No eres capaz, Eddy, de concebir que una vida puede ser dichosa sin el éxito y la fama? ¿Que el criterio del éxito sea por ejemplo el amor, una vida familiar tranquila y armoniosa?'. No, Eddy no es capaz de concebirlo, y alardea de ello. La única vida digna de él es la de un héroe, quiere que el mundo entero le admire y piensa que cualquier otro criterio, ya sea la vida de familia tranquila y armoniosa, ya sean las alegrías sencillas, el jardín que cultivas al amparo de las miradas, son justificaciones de fracasados, la sopa que Lydia le sirve al pobre Kadik para tenerle sujeto. 'Pobre Eddy', suspira su amiga. Pobres vosotros, piensa él. Y sí, pobre de mí si llego a ser como vosotros."
Emmanuel Carrére, Limonov. Anagrama, 2013.
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